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El Telégrafo

Miguel Márquez Vásquez

08 de febrero de 2014

Es uno de los médicos ecuatorianos más conocidos en el campo internacional. Falleció en La Habana el 3 de febrero pasado. Nació en Cuenca en 1933 y se graduó en su universidad en 1958. Cofundador de la Asociación de Facultades de Medicina, en 1967, fue elegido decano de su facultad en Cuenca. Fue a radicarse en Quito como director de dicha Asociación iniciando, con Juan César García y otros destacados personajes latinoamericanos, la revolución de la medicina denominada ‘social’. Con la dictadura de Velasco Ibarra, que clausuró la universidad en 1970, sus amigos gestionaron su contratación en la Organización Panamericana de la Salud (OPS) como consultor en Guatemala. En 1972 pasó a la Oficina Central de la OPS en Washington, en donde, con Juan César García y otros compañeros, organizaron los grupos latinoamericanos de Medicina Social, formalizados en las reuniones internacionales de Cuenca I (1974), Alames (1974) y Cuenca II (1984), que tanta repercusión mundial tendrían más tarde. En 1979, Miguel Márquez, designado representante de la OPS/OMS en la Nicaragua sandinista, realizó una extraordinaria gestión en el marco de “Salud, un puente para la paz” en la convulsionada Centroamérica.

En 1986 fue trasladado a Cuba como representante de la OPS/OMS, y allí se quedó, incluso luego de su jubilación en 1995.

Innovador permanente, líder indiscutible, trabajador infatigable (como muestran sus libros), fue un revolucionario a carta cabal que jamás claudicó en sus ideas. Recibió las más altas preseas en Cuba y Ecuador, la última como “Héroe de la Salud” en 2004.

La Universidad de Cuenca publica ahora su libro autobiográfico, que será su obra póstuma. Maestro que hizo escuela en la medicina social, en donde hay compatriotas que han destacado en el mundo.

Con su esposa, Libia Victoria Cerezo, fueron como embajadores de los ecuatorianos que llegaban a la isla. Su casa era el sitio para reuniones propuestas por el propio Fidel Castro, y para aquellas con los compatriotas visitantes, con su magnífica biblioteca de salud latinoamericana. Su notable inteligencia, su pasión por el trabajo y servicio, su liderazgo en la formación de recursos humanos para la salud latinoamericana, le colocan en sitial histórico en el Ecuador y en la Patria Grande. Honor a quien honor merece. Los seres inmortales continúan siempre dando lecciones y ejemplos. Bien hizo el presidente Rafael Correa al visitarlo en el hospital, unos días antes de la partida del incomparable maestro.

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