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El Telégrafo

“Mi corazón, mirando al sur…”

19 de enero de 2013

El poema de María Elena Walsh evoca el barrio de la infancia que junto a las personas y cosas amadas se quedó en la memoria, de la que surge cada vez más nítido, a pesar de la ausencia y los años. Todos tenemos en el recuerdo casas, calles y personas con las que compartimos los días más felices de nuestra niñez y adolescencia, antes de que la vida nos marcara rumbos insospechados.

El barrio de San Sebastián, en mi añorada Loja, fue mi mundo durante muchos años. Allí viví años irrepetibles junto a mis padres y hermanos. Tuve una extensa familia que permanece, a pesar de las ausencias irremediables. En ese entorno encontré amistades que lo han sido para toda la vida. Con ellas tejí sueños, esperanzas, proyectos, confidencias. Compartí paseos, bailes, reuniones interminables, toleradas con bondad por los mayores que nos observaban de lejos.

En la retina del alma conservo las imágenes de personas que habitaron esas casas; ese sector de la ciudad viaja conmigo y cuando pienso en Loja está allí, como fue.
En estos días el Centro Cultural San Sebastián, que preside el doctor Luis Piedra, ha tenido la bondad de destacar la memoria de mi padre Alfredo Mora Reyes. Su nombre está ya junto a la “Torre del Reloj” en la histórica plaza, y en el Centro Cultural que lleva su nombre.

El homenaje ha querido relievar al ser humano que fue, haciendo conocer a los niños de 23 escuelas su biografía, que evoca los años primeros, los amigos más antiguos, la época colegial en el Bernardo Valdivieso y la universitaria en Loja y Quito. Los niños han concursado elaborando su biografía y ya hay cinco ganadores que serán homenajeados el 20 de enero, fecha conmemorativa del patrono de Loja, San Sebastián. Uno de los ganadores es alumno de la escuela Miguel Riofrío, de la cual mi padre fue director.

Gracias a la decisión del Centro, se ha hecho más familiar y presente la figura de quien vivió en ese barrio casi toda la vida. Ese hombre que saludaba con una sonrisa a todos, cuando caminaba por sus conocidas calles, ejerciendo con dignidad las funciones de alcalde, gobernador, presidente de la Corte y de la Casa de la Cultura, profesor y rector de la Universidad, manteniendo la misma sencillez y cordialidad de hombre bueno, que fue su mejor atributo, hasta el día en que llamado por la Corte Suprema y sobre todo por sus hijos, ya residentes en Quito, salió junto a mi madre de su (nuestra) amada Loja.

Por todo lo allí vivido, mi corazón está mirando siempre al sur.

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