Publicidad

Ecuador, 28 de Septiembre de 2024
Ecuador Continental: 12:34
Ecuador Insular: 11:34
El Telégrafo

Metamorfosis

27 de septiembre de 2013

En la noche del 6 de agosto de 2012, en la ciudad de Richmond, situada en la bahía de San Francisco, Estado de California, se escucharon fuertes explosiones que fueron el inicio de dos incendios en la refinería propiedad de la empresa Chevron. Como resultado de este suceso, Richmond sufrió una gran contaminación. Una inmensa nube negra -que estuvo presente durante varias horas- habría afectado a unos 15.000 habitantes que tuvieron que ser atendidos en varios hospitales de la localidad.

La alcaldesa de Richmond, Gayle McLaughlin, demandó a Chevron por daños y perjuicios derivados del accidente. Un juicio interpuesto por la Agencia Estatal de Control Ambiental y la Fiscalía del Estado de California determinó que el incendio se debió a negligencia culposa de la empresa.

La alcaldesa McLaughlin visitó el pozo Aguarico 4, que fue operado exclusivamente por la empresa Texaco -hoy Chevron- y pudo constatar el desastre ambiental de ese sector de la Amazonía ecuatoriana, como consecuencia de una deficiente gestión e ineficaz reparación de los daños causados.

Luego de la visita, la alcaldesa estadounidense manifestó a la prensa: “Mi impresión de los daños a la selva ecuatoriana es que hay una verdadera devastación al medio ambiente y contra la vida de las comunidades de la Amazonía; se parece mucho al sufrimiento que tuvo mi comunidad con la segunda refinería más grande de California, que está en la ciudad de Richmond, donde Chevron la ha manejado con ciertas falencias técnicas que siempre han afectado a la población por la contaminación”.

Interrogada sobre qué similitudes encuentra en los sucesos de agosto de 2012 en su ciudad y el desastre provocado en la selva amazónica ecuatoriana, dijo: “Lo que pasó en Richmond fue el resultado de una cultura de negligencia. Las agencias ambientales de Estados Unidos encontraron que Chevron había cometido una negligencia voluntaria, que fue lo que causó el incendio. También causó la devastación en Ecuador, porque la compañía puso el dinero por encima de la seguridad de las personas”.

“Otra similitud es que Chevron miente. Ha mentido en Richmond durante décadas de que su operación es segura, pero hay informes de agencias ambientales de que no es así. Lo mismo dice en Ecuador, de que no hay nada, que no es su responsabilidad, pero existen pruebas de que sí la tiene”.

Gayle McLaughlin es una valiosa dama estadounidense. Valiente dama. No es fácil luchar con una transnacional con enorme poder económico. No obstante, ella ya lo hizo por su ciudad. Hoy lo hace, solidariamente, por Ecuador.

Mientras tanto, los neoliberales criollos, convertidos -de la noche a la mañana- en neoecologistas, cuando se trata de la extracción de los recursos del subsuelo en el campo ITT, se colocan el disfraz verde y ponen el grito en el cielo. Sin embargo, sobre los daños que provocó la transnacional durante muchos años en nuestra patria, guardaron y guardan un silencio cómplice. Con esta actitud se transforman nuevamente en lo que realmente son: pequeños especímenes que permanecen cautivos de sus verdaderos amos, que son los billetes verdes.

Contenido externo patrocinado