Publicidad

Ecuador, 02 de Octubre de 2024
Ecuador Continental: 12:34
Ecuador Insular: 11:34
El Telégrafo
Daniel Guiñazú

Se va poniendo viejo

25 de marzo de 2019

La vieja lección sigue sin aprenderse. Y ayer fue duramente reactualizada. Desde el Mundial de Rusia del año pasado, antes incluso, se sabía que con Lionel Messi solo no alcanzaba. Que su genialidad resultaba insuficiente si no tenía un equipo rodeándolo. Su regreso tras nueve meses de ostracismo volvió a encender los fuegos de la ilusión. Pero el golpazo fue tremendo. Porque con Messi otra vez en la cancha, la Argentina perdió con una selección, como Venezuela, que nunca jugó un Mundial y que más allá de su progreso inocultable (de hecho, no se la pudo vencer en las eliminatorias pasadas), todavía queda lejos de la élite del fútbol internacional.

En estos días previos, la cátedra futbolera argentina trató de averiguar o de descifrar quién podía ser el nuevo socio de Messi. Y no lo encontró. Porque el socio de Messi debe ser el equipo antes que las individualidades. Y es ahí donde hace rato que las cuentas no cierran. En los últimos 15 años, ninguno de los técnicos encontró la forma de que la individualidad genial de Messi potencie la colectividad. La mayoría solo apostó a que los salve con un rapto de inspiración suprema.

Messi hizo lo que pudo. Y no alcanzó. Arrancó jugando por detrás o en la misma línea que Lautaro Martínez a quien en la primera etapa le puso dos pelotas que el delantero del Inter no pudo resolver. Después terminó haciendo lo mismo que hace cada vez que el juego no le llega: bajó hasta la media cancha y se alejó del área rival.

En los últimos minutos, lo invadieron el desánimo, la resignación y recién después, la fatiga. Y es lógico. Pasan los años, los jugadores y los técnicos, se renuevan las esperanzas y la selección argentina no arranca, más bien se devalúa. El fútbol argentino lleva ya casi tres lustros sin aprovechar uno de los cinco mejores jugadores de la historia. Con un agravante: el tiempo pasa. Messi se va poniendo viejo. Y cada vez más impaciente con quienes lo usan, pero no lo entienden. (O) et * Tomado de página 12

L

 

Contenido externo patrocinado