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El Telégrafo

Mercados y precios

06 de marzo de 2013

Con motivo del decreto ejecutivo que obliga a la fijación oficial de precios referenciales de 46 productos básicos, para el control de la especulación, los apologistas del “libre” mercado y la competencia “perfecta”, bases teóricas del capitalismo, han criticado al Gobierno con antojadizas interpretaciones. Comentemos.

En el capitalismo impera la propiedad privada altamente concentrada de los medios de producción, la explotación laboral y la especulación a los consumidores. Jamás ha existido el “libre” juego de la oferta y la demanda en los mercados; éstos están sometidos a los monopolios, oligopolios y gremios que dominan a masas de productores medianos y pequeños, y ejercen control decisivo de la tecnología, información, transporte, mercados y bancos.

A nivel mundial, las grandes multinacionales controlan países, Estados, gobiernos y cortes; imponen en su beneficio leyes, políticas, obras, programas, servicios y explotan al igual que depredan nuestros recursos naturales. Es la dictadura de la burguesía. Así afianzan su régimen de apropiación privada del trabajo, de control y uso de los dineros públicos, de las riquezas nacionales.

Los analistas neoliberales vociferan y protestan cada vez que los gobiernos populares enfrentan la especulación y explotación laboral y social, regulando precios de los bienes y servicios, del dinero (tasas de interés), de la fuerza laboral (salarios), de las divisas o moneda extranjera (tipo de cambio). Se llenan de alabanzas al mercado, lo proclaman sacrosanto regulador “natural” de los precios.

Insisten en que el Estado no debe intervenir en la economía, reducirse al máximo y por fin solo existir como su gendarme, entregando educación, salud, “justicia”; y, por cierto, salvándolos de sus crisis inevitables y periódicas, bajo diversas formas:  créditos subsidiados, exoneraciones tributarias, salarios irrisorios, altos precios y tarifas; en suma, medidas antipopulares.

Rechazan toda forma de planificación y regulación, los impuestos, odian los sindicatos, solo aceptan políticas públicas en su beneficio, y reclaman subsidios en sus quiebras. Allí olvidan la “libre” competencia, así como cuando privatizan empresas públicas y socializan sus pérdidas.

Es el doble discurso y la hipocresía. Saben que jamás ha existido la “perfecta” “competencia” ni el “libre” mercado, siempre capturado por poderosas empresas; que millones de productores no han tenido acceso al crédito, tecnología e información; ni han contado con políticas económicas correctas. Con este Gobierno están cambiando las reglas del juego.

La medida reguladora de precios es correcta, se corresponde como parcial mecanismo de control del mercado y defensa de la población. El resto es pura falacia.

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