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El Telégrafo
Fander Falconí

Mercado, estética y calorías

02 de julio de 2014

@fanderfalconi

En el mundo actual, bajo patrones preconfigurados de la estética moderna, hay una distorsión microeconómica: ciertos estratos de la población adquieren alimentos con menos calorías, aunque sean más caros en términos económicos.

Se trata de una clara distorsión del sentido, porque sería de suponer que los precios deberían estar asociados con las cantidades y el contenido calórico: a mayor cantidad, menor precio -bajo los supuestos de libre mercado, información perfecta, agentes racionales, etc.-; es decir, los alimentos con menos calorías (cal) deberían ser más baratos. Pero sucede lo contrario. Esos alimentos suelen ser los más caros, pues muchos de ellos están asociados a las dietas alimenticias. También, esto responde, en gran medida, a que existe una enorme demanda mundial de productos que promocionan un patrón físico-estético que se ha convertido en obsesión de mujeres y hombres de sectores sociales con acceso a bienes de mayor precio.

Los alimentos pueden traducirse en energía y, por tanto, son susceptibles de medición por su aporte en calorías, como lo determinan con mucha precisión los nutricionistas. Cien gramos de apio contribuyen con 20 cal, 100 gramos de cangrejo aportan con 70 cal, y 100 gramos de chocolate negro contienen 710 cal. Una persona -según su peso y edad- requiere una ingesta promedio diaria de alrededor de 2.500 cal para sobrevivir. No obstante, los promedios esconden distorsiones provocadas por comportamientos individuales, sociales y por la ausencia de una política regulatoria de salud efectiva.

A diferencia de lo que ha ocurrido en varios momentos de la creación pictórica, la representación de los cuerpos de contornos rollizos y con algo de  ‘sobrepeso’, que de alguna manera reflejaban el gusto por la buena comida -por ejemplo, en las pinturas de Rubens en el siglo XVI, o las del artista colombiano contemporáneo, Fernando Botero-, hoy el referente estético son las figuras delgadas de las famosas y muy cotizadas modelos (top models) de la pasarela mundial, delineadas por grandes corporaciones de comida light y productos dietéticos.

Desde la otra perspectiva, los alimentos ricos en grasas, carbohidratos, sal y azúcar, con un alto contenido calórico, suelen ser más baratos, como las bebidas azucaradas y hamburguesas (solo una contiene al menos 550 cal). La mala alimentación lleva a un conjunto de problemas de salud, como la obesidad. Las figuras corpulentas no necesariamente gozan de buena salud. La Organización Mundial de Salud (OMS), en un último reporte (World Health Statistics 2014), alerta que la prevalencia de obesidad (el porcentaje de niños obesos) subió a un ritmo importante, de 4,4% en 1990 a 6,7% en 2012. Para 2012, la OMS estima que hubo 44 millones de niños bajo los 5 años con sobrepeso en todo el mundo.

Cada quien puede realizar con su cuerpo lo que desee, pero el sobrepeso o la delgadez extrema se convierten en problemas sociales, con impactos económicos altos. Más grave aún es que los precios de mercado de ciertos alimentos no permiten direccionar la política pública y proteger la salud de la población.

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