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El Telégrafo

Memoria de un hombre digno

28 de junio de 2012

Acaba de fallecer mi ilustre paisano Ramón Torres Pazmiño, político, periodista y poeta bolivarense. Hombre de talentos múltiples, fue una suerte de personaje de la Ilustración, en el que se aunaban el interés por la teoría y el ejercicio de la práctica, la vocación por la cultura y el espíritu de empresa.

Fue periodista y político de los buenos, legislador, miembro del Tribunal de Garantías Constitucionales, diputado constituyente, presidente del Comité Técnico de Capacitación para los Organismos de Fiscalización Bancaria de América Latina, autor de obras de teatro premiadas, poeta y estudioso de la poesía. Como buen bolivarense, también fue comerciante, aunque no persistió en esa tarea y más bien se empeñó en desarrollar la Empresa Eléctrica Bolívar, entidad de la que fue gerente y con la cual montó centrales hidroeléctricas y regó luz por los olvidados pueblos de la provincia de Bolívar, antes de que existiera el Inecel.

En política siguió tendencias familiares y se inició como conservador. Así llegó a ser diputado constituyente en 1966, junto con Julio César Trujillo, con quien años después formó el Partido Conservador Progresista, escisión del viejo partido de derecha. Pese el absurdo gramatical de ese nombre, los fundadores del nuevo partido se parecían a los “conservadores progresistas” del siglo XIX, pues buscaban un mayor compromiso con la modernidad y, en este caso, con los problemas sociales del país, bajo influencia de la doctrina social de la Iglesia.

Ese sería el primer paso de Ramón en su búsqueda de nuevos horizontes ideológicos. Más tarde, en 1978, apoyó a Trujillo en la fusión del Conservadorismo Progresista con el Partido Demócrata Cristiano, liderado por Osvaldo Hurtado, a su vez una escisión del Partido Social Cristiano. Así nació la Democracia Popular–Unión Demócrata Cristiana (DP-UDC), dentro de la cual Trujillo y Torres apoyaron una tendencia de centroizquierda, separándose de este partido en 1991, en desacuerdo con la orientación cada vez más derechista asumida por Hurtado y su grupo.

Mas, ante todo y por sobre todo, Ramón Torres fue un Maestro. Maestro en lo profesional y en lo simbólico, profesor de literatura y maestro de vida, cuyas lecciones estuvieron siempre orientadas hacia la luz de la razón e inspiradas en el trivium filosófico de Libertad, Igualdad y Fraternidad. Lo muestra su obra intelectual, hecha de textos educativos, instructivos de capacitación profesional, ensayos políticos y culturales, y reflexiones filosóficas. De esa gama de producciones quiero destacar su libro “Voz Poética de la Tierra”, antología poética de la provincia de Bolívar, que viera la luz en 1987, en la Editorial Universitaria.

Ahora, la voz de Ramón se ha silenciado y su espíritu se ha instalado en el Oriente Eterno. Empero, sus ideas perviven en sus libros y poemas, y el recuerdo de su hombría de bien persiste en la memoria de sus hermanos, amigos y paisanos. ¡Que una acacia florezca sobre su tumba!

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