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El Telégrafo

Megaproyectos hídricos

15 de octubre de 2013

El aprovechamiento tecnificado de los recursos naturales como aporte para el Desarrollo ha significado importantes inversiones del Estado en la construcción de obras civiles, como son los almacenamientos de grandes volúmenes de agua mediante represas.

En investigaciones realizadas por la Comisión Mundial de Represas (CMR), institución establecida por el Banco Mundial y la Unión Mundial para la Naturaleza (UICN), con la finalidad de evaluar los resultados obtenidos por las inversiones en estas obras, informaba: “Las represas han hecho una contribución importante y significativa al desarrollo humano, y han sido considerables los beneficios derivados de ellas, pero en demasiados casos se ha pagado un precio inaceptable y a menudo innecesario para conseguir dichos beneficios, en especial en términos sociales y ambientales”.

Estas observaciones han servido para alentar el discurso de los conservacionistas a ultranza, los cuales en nuestro medio se dan espontáneos (así como desaparecen), no faltándoles razón cuando indican que en estas obras que se construyen a partir del endeudamiento externo “se da una privatización de beneficios y una socialización de costos”.    

No dudo que los mayores beneficiarios de las obras han sido las grandes empresas; sin embargo, este no es el problema, sino la inconsistente gobernabilidad del agua por parte del Estado y la desorganización y falta de capacitación de los usuarios que no permiten la eficiente operación y mantenimiento de los sistemas de riego.

El concepto de sistema nos recuerda que todos los elementos para la operación y mantenimiento del riego intervienen entrelazados y son dependientes.

Las deficiencias anotadas, como son los azolvamientos del sistema de riego, son los indicios de que algo está sucediendo permanentemente en el manejo de la cuenca aportante, donde este elemento artificial ha sido introducido. Las fortalezas con las que cuenta el país para garantizar no solamente su seguridad alimentaria sino también su soberanía alimentaria, son sus recursos hídricos y el clima, que permiten diversificar los cultivos.

Aprovechando estas condiciones favorables, la noticia sobre la construcción de los llamados megaproyectos para el aprovechamiento de los recursos hídricos son encomiables. Es de esperarse que al mismo tiempo se inicie una intensa campaña de capacitación y organización de los usuarios, que permita no solamente que gane el constructor sino también los agricultores.

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