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El Telégrafo

Medrar con la desgracia

12 de abril de 2013

Los medios opositores a las políticas populares de diversos gobiernos sudamericanos son capaces de extremos sorprendentes. Una desgracia en primera instancia natural, como son las inundaciones que se dieron sobre Buenos Aires y La Plata en la Argentina, ha sido usada del modo más grosero por determinados medios privados hegemónicos de aquel país.

Es cierto que hay algunas responsabilidades políticas, las cuales principalmente corresponden al alcalde de la Capital Federal, Mauricio Macri, dirigente de la derecha conservadora, quien no ha realizado las obras de entubamiento y canalización necesarias. Por supuesto, los medios privados (y defensores de lo privado) se privaron de criticarlo, pues defienden sus mismos intereses.

De lo que no se privaron es de atacar al gobierno nacional con armas ciertamente arteras. Un diario definidamente opositor y considerablemente amarillista tituló brutalmente "Los muertos serían más", para intentar aumentar la angustia y la tensión. En momentos de silencio y respeto, de solidaridad colectiva por vía de ayuda en millares de centros de recolección repartidos por el país, la brutalidad del referido titular no puede pasar desapercibida. Se trató de sembrar pánico, de provocar el caos a partir del sufrimiento que se había apoderado de miles de hogares y de pobladores.

El mismo diario señaló en subtítulos que la madre de la presidenta, señora que vive en la casa humilde en que vivió siempre, había sido rescatada de la inundación mientras el resto de los habitantes había permanecido sin ese apoyo.

Tuvo que existir una desmentida oficial de tamaña "noticia". Y peor aún cuando se ahogó una de las Abuelas de Plaza de Mayo, y en un juego de palabras obsceno e irrespetuoso se tituló que "desapareció" una abuela, justamente quien se ocupó en vida de buscar hijos de los desaparecidos por la represión ilegal de la última dictadura.  

También se agregó el ataque a grupos de militantes que, llevando sus identificaciones políticas, ayudaban a los damnificados. Se buscó presentarlos como aprovechando la situación para ser quienes repartían mercaderías llevadas por la población a sitiales de gobierno, cuando en realidad esos militantes se encargaban de repartir lo que habían recibido en sus propios locales partidarios (a lo que tienen pleno derecho, a partir de la confianza depositada hacia ellos por la ciudadanía).

"Tristessa nao tem fim", discurrió algún conocido cantautor brasileño. Parece que la vileza de algunos tampoco tiene límites. En momentos de recogimiento, dolor y angustia de la mayoría de los argentinos, a la hora del luto y la desgracia, la barbarie de estas operaciones mediáticas se muestra en su más definido rostro de inhumanidad y oportunismo absolutos, de total indiferencia por la carencia y el sufrimiento ajenos.

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