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El Telégrafo

Mea culpa de Obama

09 de mayo de 2013

Nunca antes un presidente estadounidense había admitido, como lo aceptó el pasado viernes Barack Obama, en Costa Rica, que EE.UU., como nación consumidora, forma parte del problema que representa el auge del narcotráfico en Centroamérica y el Caribe, un histórico mea culpa que debería impulsar la revisión de todo el esquema de prevención y combate a ese flagelo.

Ante los ocho jefes de Estado de América Central, Barack dijo: “Reconocemos que tenemos responsabilidad en el problema de las drogas, que parte del problema viene del consumo”, al tiempo que rechazó la posibilidad de militarizar la lucha contra el narcotráfico.

Un informe del Instituto Federal sobre Drogadicción, basado en los resultados de una encuesta sobre uso de estupefacientes realizada en octubre de 2012 y actualizada a enero de este año, revela que 22 millones 500 mil estadounidenses mayores de 12 años consumen algún tipo de drogas ilícitas, lo que representa el 8,9% de la población.

Tiene razón Obama al sugerir una estrategia integral contra el tráfico de drogas que incluya como eje básico el financiamiento a políticas públicas que promuevan la educación y la lucha contra la pobreza, porque lo que se aplica hoy es un tipo de represión que no alcanza a la cúpula del narcotráfico ni a los bancos que lavan los activos que genera ese crimen de lesa humanidad.

Los presidentes de Honduras, El Salvador y Guatemala atribuyeron el aumento de la violencia y la criminalidad en sus territorios, denominados como “Triángulo del Norte”, a la expansión del narcotráfico alentado por el consumo de estupefacientes en los Estados Unidos, un elemento que no figura como problema principal en ninguno de los manuales de combate a ese delito.

Obama admitió que la estrategia de lucha contra el narcotráfico ha fracasado o no ha surtido el efecto deseado, al señalar:  “Desde que asumimos el cargo, hemos gastado 30 mil millones de dólares en reducir la demanda de drogas, pero el progreso ha sido más lento de lo que nos gustaría”.

La presidenta de Costa Rica, Laura Chinchilla, dijo: “Tenemos que admitir que el tema del crimen organizado pesa con crudeza sobre la integridad de nuestras naciones”, y el mandatario salvadoreño, Mauricio Funes, acotó: “El problema del narcotráfico se reduciría significativamente en la región, si se redujera el consumo de cocaína entre los estadounidenses”.

Más de 200 mil centroamericanos y caribeños murieron en los últimos 6 años de “guerra contra las drogas”. En esa guerra, los americanos venden sus armas a las Fuerzas Armadas y a las bandas de narcotraficantes, obteniendo ingentes sumas de dinero.

A pesar de que Barack Obama admitió que Estados Unidos forma parte del problema que genera la vorágine del narcotráfico, el asesor de la Casa Blanca para la Seguridad Nacional, Ben Rhodes, se encargó de lanzar el “balde de agua fría” sobre Centroamérica y el Caribe, al señalar sobre el tema: “No lanzaremos ninguna nueva iniciativa importante”. A eso se llama “doble moral”.

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