Hablar de mayorías sobre minorías en un Estado eminentemente garantista de los derechos humanos es una estratagema.
Un columnista que omita artículos de derechos humanos, desde mi estimación, pierde toda credibilidad. Artículos como el 11. Numeral 2 de nuestra Carta Magna, o como la Declaración de las Naciones Unidas, expedida en el 2008, de la cual Ecuador es parte, no pueden ser revocados. En consecuencia, cito: “Reafirmamos el principio de no discriminación, que exige que los derechos humanos se apliquen por IGUAL a todos los seres humanos, independientemente de su orientación sexual o identidad de género”.
Esto quiere decir que no se trata de mayorías sobre minorías, se trata de derechos humanos. La hegemonía Cis-hetero-normada, tiene acceso a derechos que nos arrebata a los LGBT y pretende a través de sus criterios fenomenológicos darle legitimidad.
Es irrisorio leer declaraciones en las que se asevera que los activistas o diversidad sexual hacemos un papel de víctimas, cuando quienes realmente se victimizan son los fundamentalistas, con argumentos líricos y tradicionales de la familia. Los activistas no somos víctimas, somos vehementemente luchadores.
Cabe también justificar que la “Ideología de Género”, no es otra cosa que una larga cadena de estudios antropológicos, sociológicos, psicológicos, médicos, etc., argumentados científicamente y que tratan de ser descalificados con este tipo de columnas abstractas.
Pero sin duda lo que realmente resulta beligerante es confundir la orientación sexual y la identidad de género con zoofilia y necrofilia, que pertenecen al patrón de las parafilias. Si estimaba que quien veja derechos pierde credibilidad, ahora con la confusión de la sexualidad, carece de juicio. Los intentos de descalificación son inútiles con las definiciones claras de la OMS.
No obstante, nosotros los activistas estamos complacidos de aclararles sus creencias acémilas a estos “columnistas”, para un elocuente y fructífero debate.