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El Telégrafo
Lucrecia Maldonado

Más sobre fútbol

25 de junio de 2014

Es increíble cómo el ánimo de las personas varía con los estímulos futboleros. Como cualquier emergencia, o como la guerra, el fútbol saca lo mejor y lo peor de las personas.

No se puede achacar a un deporte per se que produzca este tipo de reacciones. Más bien el deporte es el detonante que permite que se muestren ciertos aspectos de la naturaleza humana que, como ya se dijo, no se vuelven tan patentes en la vida cotidiana.

Un ejemplo es lo que llamamos ‘patriotismo’. En detrimento de la bandera, el escudo o el himno nacional, antes y aún ahora símbolos patrios venerados en ceremonias castrenses y de otro tipo, podríamos decir que nuestros más privilegiados símbolos desde la iconografía popular son la Selección Ecuatoriana de Fútbol y la camiseta con que se la representa. La bandera, el escudo y el himno están a su servicio, al menos por estos días. Es importante aclarar que no se trata de una crítica, sino de una constatación, pues basta con observar las emociones que cada uno de estos símbolos provoca en las personas para darse cuenta en menos de un minuto cuáles son los que verdaderamente cumplen con el cometido de representar, significar y conmover a un tiempo.

Lo que sí resulta cuestionable es el juego perverso de las expectativas y las respuestas a la frustración que se producen de acuerdo a los resultados de los partidos o a la calidad misma del juego. Si se gana, los elogios, las alabanzas, los gritos de apoyo se vuelven una verdadera oda a las personas de origen afroecuatoriano. Lo cual no está mal, aunque en este caso se puede perder la perspectiva (en dos ocasiones, un par de jugadores de fútbol fallecidos en accidentes de tránsito, que aparentemente ellos mismos causaron debido al exceso de velocidad y de alcohol, fueron homenajeados en sus funerales casi casi como héroes nacionales… la pregunta es: ¿por hacer qué?).

Pero esa especie de fiebre, llamada racismo, que nadie dice padecer pero que sube con los estímulos más insólitos, es uno de los peores atributos humanos que se despierta como una bestia enfermiza en los partidos de fútbol cuyo resultado no es tan afortunado como la hinchada lo requiere (cabe otra pregunta: ¿cuántos de los componentes de este ‘cuerpo colegiado’ podrían hacer un buen papel jugando en la selección ecuatoriana de cualquier deporte?). Es entonces cuando la naturaleza humana se muestra, sombríamente, en toda su magnitud, dejando ver sin pudor las costuras de un alma nacional a la que todavía le falta mucho por madurar.

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