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El Telégrafo
Rodolfo Bueno

Más allá del hecho mismo

01 de diciembre de 2014

Nada justifica la violencia que se ha desatado en numerosas ciudades de EE.UU. luego de la absolución del policía Darren Wilson, acusado del asesinato del joven afronorteamericano Michael Brown. Esto es cierto, incluso si Wilson fuese culpable y el Gran Jurado de Missouri hubiera dictado una sentencia sesgada e injusta. “No hay excusas”, dijo con toda razón el presidente Obama, pero no debe detenerse solo en lo acontecido particularmente en Ferguson sino que debe analizar íntegramente y con profundidad la quintaesencia que subyace más allá del hecho mismo, más allá de lo que él pudo hacer y no hizo, más allá de sus promesas electorales incumplidas, más allá del síndrome maligno que se oculta tras el brillo engañoso de las vitrinas de los elegantes centros comerciales de las grandes ciudades de ese poderoso país.

¿Por qué una sociedad que aparentemente había superado los problemas raciales que arrastraba desde antes de que la esclavitud fuese abolida, donde incluso un senador de raza negra pudo acceder por dos ocasiones a la presidencia del país, reacciona con tanta virulencia y desproporción ante una aparente injusticia? ¿Es que acaso la gente de abajo ha perdido la fe en las instituciones democráticas y opta, en este caso, por una violencia desmedida luego de que sus líderes han sido eliminados físicamente o han sido reprimidos sin que se les permitiera expresarse con entera libertad? El caso de los hermanos Kennedy, Martin Luther King, Malcolm X, Sacco y Vanzetti, los esposos Rosemberg, el movimiento Occupy Wall Street y muchos otros más son parte de la intolerancia que gangrena las bases sociales de esa compleja colectividad.

¿Es que acaso EE.UU. se está convirtiendo en una democracia fallida al borde de la desintegración? ¿Será que el bipartidismo -republicanos y demócratas- con que el pueblo norteamericano expresa en las urnas su voluntad política ha agotado su razón de ser? ¿Será posible que la enorme desproporción de la distribución de la riqueza nacional lastime la sensibilidad del trabajador explotado y pobre? ¿Será que el sueño norteamericano se está convirtiendo en pesadilla? ¿Será que ser pobre en medio de tanta riqueza enerva la sensibilidad social del desposeído? No se debe olvidar que en la actualidad, según el presidente Obama, cincuenta millones de ciudadanos de ese país pasan penuria y media como consecuencia del desempleo.   

En fin, hay tantas preguntas que no se plantean ni se responden sobre una sociedad que cierra los ojos ante los problemas sociales y cuyos dirigentes, en lugar de tomar la sartén por el mango, como en su debido momento lo hicieran Lincoln y Roosevelt, se dedican a dictar reglas de comportamiento moral al resto del mundo, a invadir países y destruir civilizaciones para robar recursos e implantar injusticias mediante guerras de rapiña, que engañosamente llaman humanitarias.

¡Hipócrita! Saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás bien para sacar la paja del ojo de tu hermano, dice con toda razón Jesús en el Sermón de la Montaña.

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