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El Telégrafo

Mártires de Chicago

03 de mayo de 2012

A fines del siglo XIX, Chicago era la segunda ciudad en número de habitantes de los Estados Unidos. Del oeste y del sudeste llegaban cada año miles de trabajadores. Una de las reivindicaciones básicas de los trabajadores era la jornada de 8 horas. La mayoría de los obreros estaba afiliada a la Federación Estadounidense del Trabajo. En su cuarto congreso, realizado el 17 de octubre de 1884, esta había resuelto que desde el 1 de mayo de 1886 la duración legal de la jornada laboral debería ser de 8 horas, yéndose a la huelga si no se obtenía ese rédito.

Así, el 1 de mayo de 1886, unos 200.000 obreros iniciaron una huelga general. En Chicago donde las condiciones laborales eran mucho más precarias que en el resto de EE.UU., las movilizaciones continuaron los días 2 y 3 de mayo. El día 2, la Policía había disuelto violentamente una manifestación de 50.000 personas y el día 3 se celebraba una concentración en frente de las puertas de la fábrica McCormick, cuando desde una tribuna el periodista August Spies sonó la sirena de salida de un turno de rompehuelgas.

Los concentrados se lanzaron sobre la Policía que, sin previo aviso, procedió a disparar a quemarropa sobre la gente, matando a 6 e hiriendo a varias decenas de hombres. El día 4 de mayo, en la plaza de Haymarket, con la concurrencia de más de 20.000 obreros, se llevó a cabo un acto de protesta con el permiso del alcalde de Chicago, que concluyó a las 21:30, momento en el cual el inspector de la Policía John Bonfield, al mando de unos 180 gendarmes, dio la orden de dispersar y reprimir a la multitud, abriendo fuego contra los asistentes, matando e hiriendo a un número desconocido de trabajadores.

Se declaró el estado de sitio y en los días posteriores se detuvo a centenares de obreros, los cuales fueron brutalmente torturados. Ocho fueron los trabajadores condenados sin pruebas en un juicio bochornoso, cinco de los cuales fueron ejecutados en la horca. Sus nombres eran: George Engel, Adolf Fischer, Albert Parsons, August Spies y Louis Lingg. Años después, se los llamó los “mártires de Chicago”. El año 1889, el I Congreso Obrero reunido en París decidió declarar el 1 de mayo como el “Día Mundial de la Lucha Obrera”. Curiosamente, en los Estados Unidos no se festeja en esa fecha, en su lugar se conmemora el “Labor Day”, el primer lunes de septiembre.

Haciendo un parangón con la historia reciente de los EE.UU., debo decir que el movimiento de los “indignados” en ese país hoy demanda una democracia directa y participativa, no representativa, corporativa ni financiera. Este año planean acciones directas: una huelga nacional, bloquear el famoso puente Golden Gate de San Francisco, ocupar un túnel de entrada a Manhattan, tomar varios puertos y acampar dentro de los bancos. En fin, pretenden detener el capitalismo “aunque sea por una hora”, y lo lograrán, demostrando a los capitalistas de todos los países que, en efecto, los trabajadores estamos unidos en un solo puño.

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