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El Telégrafo

Martí/Alfaro

02 de julio de 2012

Patrocinada por Unesco, con el auspicio de entidades públicas y privadas, acaba de realizarse en Quito la 7ª reunión del “Consejo José Martí de Solidaridad Mundial”, instrumento académico creado hace 10 años por el organismo de las Naciones Unidas con el objeto de profundizar el estudio y valoración del pensamiento, acción y vida del prócer de la independencia de Cuba, al que, con toda razón y derecho, se le asigna la identidad de “Apóstol” de la isla caribeña.

Personalidades de la intelectualidad mundial se dieron cita para pasar revista de lo actuado en los últimos dos años y programar sus acciones internacionales para el futuro inmediato.

Pero esta vez, en homenaje singular a la República del Ecuador, se incorporó al análisis la presencia en la historia americana del más grande transformador de nuestra nación y adalid de la independencia e integración continental, el revolucionario general Eloy Alfaro Delgado, evento al que tuve honor de asistir en representación de la Fundación Guayasamín, una de las instituciones organizadoras.

Cuánta sana envidia provoca el saber que sobre Martí existe un amplio conocimiento, porque los pueblos de nuestra América se nutrieron de sus ideas, de su pensamiento político, de su creación literaria, gracias a que en su tierra natal, Cuba, se gestó el interés de profundizar y descifrar la esencia de su maravillosa y fecunda creatividad.

Los luchadores y pensadores cubanos supieron rescatar y divulgar el significado histórico de este prócer de su Primera Independencia.

Y fue el propio Fidel Castro quien señaló a Martí como el “autor intelectual” de toda la Revolución Cubana, desde el asalto al Cuartel Moncada, cuando nace el movimiento 26 Julio y durante todo el proceso de la construcción revolucionaria.

El pueblo cubano, su niñez y juventud, se han nutrido de las enseñanzas martianas y sobre la base de ello es que están tratando de forjar el “hombre nuevo” del que habló el “Che”.

En Cuba funcionan el Centro de Estudios Martianos, la Sociedad Cultural José Martí y en toda la isla, como en muchas universidades de Hispanoamérica, activan las “cátedras martianas”, donde académicos divulgan y desmenuzan el pensamiento del “Apóstol”.

Aquí, con Eloy Alfaro, nos queda mucho por hacer: aún los cercanos herederos de sus asesinos, que manipularon para encender la “Hoguera Bárbara”, quieren poner en tela de duda si fue el verdadero pueblo de Quito el autor del magnicidio o fueron los fanáticos y ciegos de odio de la extrema derecha que atizaron el fuego.

Toca a los ecuatorianos, conscientes de la grandeza del “Viejo Luchador” y sus ideas revolucionarias, hacer lo que esté al alcance de la cultura para divulgar las virtudes y pasiones de quien proclamaba que “vale más morir de pie que vivir arrodillados”.

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