Publicidad

Ecuador, 28 de Septiembre de 2024
Ecuador Continental: 12:34
Ecuador Insular: 11:34
El Telégrafo

Marion Bartoli, la campeona sorpresa de Wimbledon 2013

27 de julio de 2013

Foto: EFE

Wimbledon 2013 estuvo lleno de sorpresas, en la rama femenina, Maria Sharapova perdió en la segunda ronda contra la portuguesa Michelle Larcher de Brito; Victoria Azarenka ni siquiera pudo entrar a jugar su partido de segunda vuelta contra la italiana Flavia Pennetta, debido a una lesión producto de una caída en su partido de la ronda anterior, y la gran favorita Serena Williams cayó en la cuarta ronda contra la alemana Sabine Lisicki. Esta parecía una buena oportunidad para Agnieska Radwanska, #4 del mundo, o para la checa Petra Kvitova, campeona en el 2011 y # 8 del ranking.

Pero la inesperada campeona fue la francesa Marion Bartoli, que no había conseguido superar los cuartos de final en ningún torneo de los que había disputado en los primeros 6 meses del año.

Bartoli se ha mantenido dentro de las 20 mejores tenistas del mundo desde el 2006. En el 2007 y 2011 terminó el año entre las diez mejor clasificadas  y el 2012 se ubicó en el undécimo lugar, además había sido finalista de Wimbledon en el 2007 cuando derrotó en semifinales a Justine Henin y perdió la final de manera contundente contra Venus Williams, pero con casi 29 años de edad y en el puesto 15 del ranking no creo que haya ocupado el lugar de favorita en la lista de muchas personas.

Bartoli siempre hizo las cosas de manera diferente, desde muy pequeña fue entrenada por su padre Walter, quien era médico de profesión  y no tenía ningún antecedente como tenista, pero fue él quien diseñó el estilo de juego de su hija, enseñándole a pegar utilizando las dos manos para golpear tanto de derecha como de revés, inspirado en Monica Seles, a quien había visto jugar por televisión. Los entrenamientos los realizaban en su mayor parte en una pequeña cancha cubierta con muy poco espacio detrás de la línea de base, seguramente la causa principal por la que Marion juega siempre cerca de la línea de fondo o incluso muy adentro de esta gran parte del tiempo, pero especialmente en la devolución de servicio.

Además Marion debió luchar desde sus inicios con problemas de sobrepeso  que dificultaban su movilidad en la cancha, pero su padre siempre estuvo a su lado motivándola, manejando cientos de kilómetros para llevarla a torneos a lo largo y ancho de Francia.

Pero Walter Bartoli tenía sus propias ideas y sus propios planes para su hija y cuando ella comenzó a destacar a nivel juvenil la Federación Francesa le ofreció la ayuda de entrenadores que no fue aceptada por Walter, quien les dijo que él iba a ser el único entrenador de su hija durante toda su carrera.

Cuando en el 2001 Marion llega a la final del Abierto de los Estados Unidos en la categoría juvenil, él deja de ejercer su profesión de doctor para dedicarse a viajar con su hija a tiempo completo.

Sin embargo, este año ambos tomaron una decisión: la de terminar su relación profesional después de 20 años y buscar un nuevo entrenador, alguien que la pueda llevar al siguiente nivel a cumplir su sueño de ganar un torneo de Grand Slam.

No les fue fácil encontrar a la persona indicada. Trabajó con la excampeona de Wimbledon Jana Novotna, pero esa relación duró solamente 10 días; el siguiente candidato elegido fue Gerald Bremond, quien ejerció sus funciones durante apenas una semana, pues no contaba con la aprobación de Bartoli padre.

Hasta que llegó su compatriota Amelie Mauresmo, ganadora de Wimbledon y el abierto de Australia en el 2006, exnúmero 1 del mundo y actual capitana del equipo francés de Copa Federación, y ese fue justamente uno de los primeros logros de Mauresmo, conseguir el regreso de Marion al equipo francés tras 9 años de ausencia a causa de los conflictos de su padre con la federación.

Finalmente, en Wimbledon todas las piezas del rompecabezas cayeron en su sitio, Bartoli además de jugar un tenis agresivo, con esos golpes planos con muy poco margen de error, pero que durante esas dos semanas mágicas parecían encontrar siempre las líneas, contó también con esa pequeña dosis de suerte  y la supo aprovechar. La primera jugadora cabeza de serie que enfrentó fue la #17, la norteamericana Sloane Stephens en cuartos de final; en semifinales venció a la belga Flipkens, que había eliminado a Kvitova, pero no pudo controlar sus nervios y ganó apenas 3 games contra la francesa; y en la final, Lisicki, quien para muchos era  la favorita, tras superar a Serena y a Radwanska, tampoco pudo controlar sus emociones, a tal punto que derramaba lágrimas mientras jugaba el segundo set.

La primera persona a la que Marion subió al palco a abrazar tras su victoria fue su padre, que había llegado el día anterior para estar presente en la final. Ese abrazo significaba la culminación de un largo y difícil camino hasta la cima, haciendo las cosas a su manera, sin escuchar la avalancha de críticas recibidas durante muchos años.

Marion Bartoli debe servir de inspiración para chicos y chicas, pues ha hecho realidad un sueño que muchos creían imposible, a base de dedicación, disciplina y perseverancia.

Contenido externo patrocinado