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El Telégrafo
 Pablo Salgado, escritor y periodista

María Fernanda y su pasión por la patria

26 de septiembre de 2014

Fue de las primeras en sumarse al proceso de cambio. Aún recuerda, con orgullo, aquellas reuniones, en casa de Janeth Sánchez, en donde discutían y reflexionaban sobre la coyuntura política y empezaban a estructurar un ideario y un programa de gobierno en torno a la naciente figura de un potencial candidato presidencial llamado Rafael Correa. Y luego la campaña electoral, cuando asumió tareas en agotadoras jornadas. Y la celebración de la victoria, tras el abrumador respaldo popular. De ahí que al entorno político de Alianza PAIS y del nuevo gobierno no sorprendió cuando el Presidente electo nombró a María Fernanda Espinosa como su primera Ministra de Relaciones Exteriores.

De sólida formación académica y política, María Fernanda siempre militó en organizaciones y movimientos de izquierda. Su sensibilidad y profundo amor por la naturaleza la llevó a trabajar en defensa del ambiente, lo que le permitió vincularse a importantes organizaciones ambientalistas, hasta llegar a convertirse en la directora en Sudamérica de la Unión Mundial para la Naturaleza. Pero además, desde temprana edad, dedicó sus horas a la escritura, a la poesía y ocupa un importante lugar en las letras nacionales.

A María Fernanda le correspondió iniciar el proceso de cambio en la Cancillería, en donde durante más de un siglo se estructuró una institucionalidad basada en la rancia ‘aristocracia’ nacional y un ejercicio diplomático de ‘buenas maneras’ para no molestar al statu quo. Proceso difícil marcado por aquel grito de combate lanzado por el presidente Correa al tildarlos de ‘momias cocteleras’ que marcó para siempre a los diplomáticos acostumbrados a los actos sociales antes que a la defensa de los intereses del país.

Después de un breve paso por la representación del Ecuador en Naciones Unidas retornó al gabinete como Ministra Coordinadora de Patrimonio e inició una de las tareas más importantes en defensa de los patrimonios del país. Cuando asumió el cargo, estaba ya vigente el decreto que declaraba en emergencia a los patrimonios, a raíz del robo de la Custodia de Riobamba. Y, hay que decirlo, lideró una gestión que, en tres años, hizo tanto por la defensa de nuestros patrimonios como nunca en la historia del Ecuador. Se construyeron políticas públicas para el sector patrimonial que, lamentablemente, quedaron casi en nada con la desaparición del Ministerio de Patrimonio y la transferencia de sus competencias a Cultura.  

Ya en Defensa, dentro de ese esquema que mantiene el presidente Correa, de hacer rotar a sus ministros, le correspondió también iniciar la ejecución de un proceso, complejo y difícil, la transformación y modernización de las Fuerzas Armadas. Cambiar la mirada de los militares, en el marco de un nuevo esquema geopolítico, no es tarea fácil. El nuevo diseño operacional, que incluye reubicaciones,  está en marcha y queda el camino allanado para su continuidad.

Su voz ha sido importante en las altas reuniones de gobierno; no calla e interviene con posiciones firmes en las discusiones de gabinete. Y eso es bueno, sobre todo cuando, con el desgaste que dan los años en los cargos, quieren imponerse los halagos o el silencio.  Por su forma de entender el ejercicio del poder, María Fernanda siempre tuvo una actitud abierta y supo también asumir las críticas como una herramienta para mejorar la gestión pública. Firme y decidida en sus posturas, generó en la ciudadanía adhesiones permanentes, por lo que es una de las ministras más eficientes y mejor valoradas. Y esa gestión siempre se agradece.

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