Publicidad

Ecuador, 25 de Septiembre de 2024
Ecuador Continental: 12:34
Ecuador Insular: 11:34
El Telégrafo

Maquiavelo y la ciencia política

15 de febrero de 2013

Al Renacimiento como etapa histórica no solo le corresponde el regreso de los ideales del humanismo y de la recreación de la armonía de las formas y los colores de las artes plásticas, sino también las reminiscencias de las creaciones literarias y las acciones políticas de la antiguas civilizaciones en Grecia y en Roma.

En esta última disciplina se reconstruyeron las ideas republicanas como forma de gobierno, sustentadas en los viejos  pensamientos grecolatinos y cuya mayor expresión -en la Italia posterior al medievo- fue la República de Venecia, que aunque efímera en su existencia y medrosa en su accionar con las masas, fue un intento singular de futuro, en el que aparentemente no  se subordinaba la presencia del ser humano frente a los regímenes atrabiliarios y místicos de los regímenes monárquicos y del poder eclesiástico.

El gran teórico político renacentista fue sin duda Nicolás Maquiavelo, quien pensó  a la política como aquella que posee un fin en sí misma y, por tanto, una actividad importante con doctrina, pero divorciada de la ética personal y pública, y que obviamente se resume con un criterio que sostiene que esa interacción es un segmento de las ciencias naturales y no de las ciencias morales. No obstante, muchas veces, las críticas motivadas en su contra se han convertido en breviario de cabecera para personajes o aspirantes a serlo, utilizando y manipulando los  ideales de la libertad y de los gobiernos populares como instrumentos de campañas electorales.

En Ecuador, hasta el año 2007, la oscura ausencia doctrinaria de partidos políticos  definidos degradaron el accionar político convirtiéndolo en una acción electorera, un medio dirigido a erigirse en defensor de los  intereses bastardos de pequeños círculos económicos y gremiales, con un solo fin: la captación del poder gubernamental para enriquecerse a costa del Estado y con la miseria de las mayorías, o también recabar las migajas del poder para pequeños grupos que,  recitando el catecismo marxista, se acomodaron para ver “pasar el cadáver de la reacción”; pasado que ahora algunos añoran o hacen lo posible para que su amarga vuelta se realice.

Por todo ello, los sistemas tácticos y estratégicos de los poderes fácticos  apuntan a la mentira generalizada para enfrentar al pueblo ecuatoriano en los próximas elecciones generales, y abatiendo sin recato determinismos filosóficos  y sociales.

Lo hemos sentido desde tiempo atrás, observando el intento de apropiarse de la voluntad del conglomerado social, con el simple hecho inmoral palpable y palpitante de los infundios cotidianos entregados por la mediocracia a sus  consumidores. Ello es la evidencia de la flagrante manifestación de que las enseñanzas maquiavélicas están en gloria y majestad en nuestro país.

Y, obviamente, apropiadas por politiqueros y banqueros con ropaje de ovejas, se administran con total desenfado para engañar al electorado y persistir en la dualidad de presentarse como amigos de los humildes, aunque sean los explotadores de siempre. El “príncipe” César Borgia, en este tiempo, no lo hubiera hecho mejor y Maquiavelo reiría  a mandíbula batiente por el éxito de sus sugerencias ideológicas.

Mas, felizmente, la inteligencia y madurez política del pueblo ecuatoriano son las que decidirán entre la verdad y la falacia.

Contenido externo patrocinado