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El Telégrafo
Uta Thofern

Maduro carece de toda legitimidad

10 de enero de 2019

Las últimas elecciones libres en Venezuela fueron en diciembre de 2015. La victoria arrolladora de la oposición fue una esperanza para el depauperado petroestado. Sin embargo, Maduro y los chavistas emprendieron un desollamiento de instituciones democráticas que hoy desemboca en el desmontaje completo del Estado de derecho.

Primero tomaron el control del Tribunal Supremo de Justicia. Luego impugnaron la legitimidad de la mayoría opositora en la Asamblea Nacional. Después restringieron las facultades de los representantes del pueblo en el Parlamento para suplantarlo mediante una “Asamblea Nacional Constituyente” integrada por oficialistas nombrados a dedo. Los diputados opositores elegidos libremente todavía tienen permitido reunirse; pero, de facto, ellos no tienen nada más que decir en Venezuela. Lo de Venezuela no fue un golpe de Estado violento sino un golpe por cuotas del cual fue testigo el mundo entero. Maduro tardó un año y medio en derrocar al Parlamento; aprovechó las manifestaciones antigubernamentales masivas de 2017 para justificar sus medidas represivas.

Decenas de personas perdieron la vida; cientos de miles, sus ilusiones; y millones, su patria. Alrededor de la décima parte de la población abandonó el país en los últimos tres años, huyendo de la opresión y de la miseria. Esa precaria situación pone en manos del régimen una herramienta de presión: a quienes se registren como chavistas se les promete el suministro de productos comestibles; los ingresos por la exportación de crudo y los créditos de Rusia y China aun alcanzan para un reparto mínimo entre los chavistas forzados. Bajo esas condiciones, Maduro tardó menos de un año en dividir a la oposición, excluir a la mayoría de líderes de las elecciones y celebrar comicios presidenciales adelantados en mayo de 2018 que solo él podía ganar.

Con el resultado de esas dudosas elecciones como respaldo, empieza su segundo mandato el hombre que fue más ungido que electo para asumir la presidencia de Venezuela. Si Hugo Chávez no hubiera nombrado a Maduro como su sucesor antes de morir, la oposición habría triunfado en los comicios presidenciales de 2013. Maduro ha usado su victoria, sumamente ajustada pero democrática, para sentar las bases de su injusto régimen. (O)

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