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El Telégrafo
Ricardo Foster

La derecha y las nuevas creencias

04 de enero de 2019

El macrismo, sus frases y sus gestos, de tanto repetirse, van vaciando su capacidad para sorprendernos, pero no para generar un clima de época que entremezcla el revival de los 90 y la novedad de una nueva derecha cool, naïf, revanchista y represiva.

Pareciera que estos cuatro rasgos son contradictorios entre sí y, sin embargo, esos rasgos pueden convivir sin grandes problemas atendiendo, como lo hace obsesivamente el macrismo, a lo que los focus group le van informando respecto del humor, la sensibilidad y otras cosas de la ciudadanía que es reducida a una muestra estadística.

Su consultor estrella, Durán Barba, interpreta los resultados de esas “investigaciones de mercado ciudadano” y las convierte en estrategia gubernamental. De este modo, el macrismo construye un tipo de interpelación que puede pasar de un apoyo al tratamiento parlamentario de la despenalización del aborto, a la elaboración de un nuevo protocolo para las fuerzas de seguridad que incluye disparar por la espalda y habilitar, bajo el eufemismo de la lucha contra la delincuencia, el fusilamiento discrecional.

Al tiempo que se esfuerza por ofrecer la imagen de diversidad cultural y de género, militariza la protesta social y criminaliza la pobreza como lo hace desde que gobierna la Ciudad de Buenos Aires.

De este modo, la fábrica de subjetividad propia del neoliberalismo va adaptando sus engranajes de acuerdo a lo que el mercado social y político vaya exigiendo. Claro que para que funcione la estrategia propagandística de la derecha macrista, para que los diseños al uso de Durán Barba alcancen sus objetivos, es decisiva la complicidad de los grandes medios de comunicación, verdaderas usinas productoras de subjetivación.

Sin periodistas, parafraseando al vienés Karl Kraus, el mal y la degradación de la vida social no serían transformados en imágenes y palabras que, de a miles y miles, bombardean la cotidianidad “pesadillezca” de una ciudadanía en estado de pánico. A la derecha ya no hay que ir a buscarla exclusivamente a las zonas dominadas por la moralina o la represión de los instintos sexuales.

La profunda brecha social, ensanchada hasta dimensiones alucinantes por el capitalismo neoliberal, ha distanciado, cada vez más, a sujetos sociales que, hasta no hace mucho, podían cruzarse y compartir valores y creencias. (O)

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