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El Telégrafo

Los viejos tiempos

21 de junio de 2013

Como lo describió Antonio Gramsci, la comunicación es parte de los mecanismos de dominación ideológica del sistema capitalista.

En general, la población desconoce cómo se manipula su pensamiento y conducta. Desconoce las razones de su pobreza y sufrimiento. Cómo se origina su ideología, si acaso está consciente de que la tiene. Cómo se somete a proyectos políticos, económicos y sociales que no le favorecen. Tampoco sabe por qué ha perdido su capacidad de lucha, si es que en algún momento se lo ha cuestionado. La mayoría no está consciente de las formas de operación de los medios de comunicación para estructurar una forma de ser y pensar que incide en sus preferencias, estilo de vida y opiniones. Los medios de comunicación -propiedad de las élites- son, en gran parte, responsables de este perverso e intencional ocultamiento.

Los medios, y la población que está bajo su influencia, utilizan fórmulas estereotipadas para criticar a sus adversarios sin argumentos de fondo y para fortalecer sus anacrónicas creencias.

Las élites en Ecuador han comunicado al pueblo solo aquello que les convenía, para conseguir ejercer el poder político, económico y socialNoam Chomsky señala que la primera operación de propaganda a través de los medios llevada a cabo por un gobierno ocurrió bajo el mandato de Woodrow Wilson (1913-1921). En este período una población pacífica fue convertida en población violenta, deseosa de ir a la guerra. Edward Bernays y Walter Lippmann fueron designados por Wilson para manipular la opinión de los estadounidenses. A través del miedo, les convencieron de que su modo de vida y la “democracia” peligraban si es que no entraban en la Primera Guerra Mundial. De este modo diseñaron la propaganda que llevaría a todo un país a la histeria propia de los tiempos de guerra.

Las élites en Ecuador -desde tiempos muy remotos- han comunicado al pueblo solamente aquello que les convenía, para conseguir ejercer el poder político, económico y social.

Las élites criollas han desvirtuado -con muchas acciones registradas por la historia- la verdadera democracia (predominio del pueblo en el gobierno de un Estado); mientras tanto, los medios de su propiedad se han encargado de convencer al pueblo de lo contrario. De esta forma, la supuesta “democracia representativa” fue convertida en el ejercicio del poder de las minorías que, astutamente, fingieron gobernar en favor de las mayorías.

Es comprensible que añoren los viejos tiempos. Aquellas épocas en que el presidente de turno y su gabinete concurrían a los medios para hacerles las genuflexiones de rigor. Las élites en Ecuador no terminan de asimilar que el gobierno de la Revolución Ciudadana representa a las mayorías. Y que gobierna para esas mayorías.

Los medios de comunicación mercantilistas -brazo político de la partidocracia moribunda- tendrán que cumplir con lo que dispone la nueva ley. Los viejos tiempos del saqueo, neocolonialismo, engaño y mal vivir ya pasaron. Ahora el pueblo es el encargado de garantizar -a través de las urnas- que no retornen.

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