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El Telégrafo

“Los últimos soldados de la guerra fría”

05 de octubre de 2013

En 1998 los cubanos Gerardo Hernández, Ramón Labañino, Antonio Guerrero, Fernando González y René González  fueron encarcelados en Miami, acusados de “conspirar para cometer espionaje”. Los procesos que se forjaron son ya objeto de estudio en universidades norteamericanas y quedarán como ejemplo de la gran injusticia jurídica cometida contra ellos sobre la base de prejuicios por su condición de partidarios de la Revolución Cubana, a la que defendían al infiltrarse entre los grupos terroristas que siguen operando desde allí contra Cuba.

Desde su arresto por el FBI, “Los Cinco” han sido objeto de hostigamiento y de condiciones crueles en las prisiones en las que fueron confinados. Durante mucho tiempo se ha impedido que los visiten sus familiares e incluso sus defensores, a más de negarles el acceso a las evidencias en las que se basó la acusación, para imponer brutales penas que van hasta la prisión perpetua por dos vidas, lo que a más del absurdo evidencia que el eficaz “lobby” de los llamados cubano-americanos ha manipulado todos los recursos incluyendo los mediáticos, como venganza contra la Revolución que los ha derrotado en todos los frentes.

Gracias a personas heroicas como “Los Cinco” se ha podido evitar que continúen atentados en los que desde 1959 han muerto 3.478 personasComo lo subraya el escritor Fernando Morais, autor del libro con el título de este artículo, lo que los detenidos han buscado es preservar la vida y bienes de sus conciudadanos, frente a elementos descalificados encabezados por criminales como Posada Carriles, autor -entre otros delitos- de la voladura de un avión de Cubana, en la que murieron más de 70 pasajeros. Gracias a personas heroicas como “Los Cinco” se ha podido evitar que continúen los atentados en los que desde 1959 han muerto 3.478 personas.

El proceso que Ricardo Alarcón califica como “el juicio más largo de la historia de Estados Unidos”, se llevó a cabo en Miami, lugar de residencia de la mayoría de exiliados rabiosos que desataron “una campaña de odio contra los acusados, presionando y amenazando al jurado hasta hacer imposible un juicio justo”. La opinión pública norteamericana desconoce esta acción, vulneradora de los derechos humanos. Rompamos ese velo.

Múltiples organismos internacionales se han pronunciado a favor de una revisión de las injustas sentencias aplicadas. Es nuestra responsabilidad  promover una ola mundial de solidaridad que rescate de sus prisiones a estos modernos héroes cubanos, y los devuelva a su pueblo que, cubierto de cintas amarillas, espera a sus hijos predilectos.

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