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El Telégrafo
Melania Mora Witt

Los trabajadores y la Revolución Ciudadana

22 de noviembre de 2014

En el 92 aniversario de la masacre obrera ocurrida en Guayaquil el 15 de noviembre de 1922, el presidente Rafael Correa entregó a la presidenta de la Asamblea Nacional el proyecto de Ley Reformatoria del Código de Trabajo. Se trata de uno de los momentos definitorios del proceso iniciado en 2007, en el que se busca consolidar su empoderamiento por parte de la clase trabajadora. El Ministerio de Relaciones Laborales, dirigido por Carlos Marx Carrasco, está actuando en la dirección correcta. Intelectual de comprobada filiación progresista, su presencia en esa función es clave para hacer verdaderas las palabras del Presidente: “Se trata de una revolución democrática, pero es una revolución” .

Las reformas al Código del Trabajo eran urgentes; del cuerpo original emitido en el gobierno del general Enríquez Gallo en 1938 quedaba muy poco. Durante los años de dominio de los sectores oligárquico-financieros a fines del siglo pasado, se eliminaron muchas de las conquistas laborales a fin de tener vía libre para sus logros económicos, desde concepciones neoliberales. En las administraciones del actual mandatario ecuatoriano se ha hecho hincapié en el dominio del ser humano sobre el capital y es, desde esa premisa, que se presentan las últimas reformas.

Hay un hecho fundamental que es necesario recalcar: el reconocimiento por vez primera en nuestra historia del valor del trabajo doméstico no remunerado. Ciertamente se trata de un paso inicial, pero implica la consideración del aporte determinante de las amas de casa al PIB nacional. Hasta ahora, para un extenso número de ellas,  no  se han valorado  las jornadas extenuantes cumplidas en las tareas de cuidado de los niños, lavado y planchado, limpieza del hogar, elaboración de alimentos para la familia, atención a enfermos y personas mayores o discapacitadas.

En los sectores rurales se añade el esfuerzo de conseguir agua y leña, a veces desde lugares lejanos a la vivienda. Hay tal ideologización y desconocimiento de su papel, que la mayoría de las mujeres de tal condición responde con un “No trabajo”, si se pregunta cuál es su ocupación. Con estas reformas, se han puesto los cimientos para que en el futuro alcance, además, una remuneración mensual y el acceso a todos los beneficios de la seguridad social, en la búsqueda gubernamental de su universalización.

Otro punto a destacarse es la conformación de la Central Única de Trabajadores (CUT), en la misma fecha. Ello constituye un gran logro y responde a una vieja aspiración de los sectores laborales que incluyen a obreros, artesanos, agricultores, mineros, pescadores -y ojalá cuentapropistas- que con su diario esfuerzo sostienen al país. Fue emocionante escuchar de labios de uno de los dirigentes la expresión: “Esta es la revolución de los trabajadores”. Pienso que ellos, como parte activa del pueblo organizado, contribuirán a que los cambios iniciados sean irreversibles, evitando intentos de pequeños grupos que, a veces infiltrados, pretenden torcer la misión de sus dirigentes históricos.

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