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El Telégrafo

Los trabajadores son invencibles

02 de mayo de 2012

Se conmemoró el Día Internacional del Trabajo en el mundo entero. Se recordó a los mártires de Chicago Spies, Parsons, Engels y Fischer, asesinados en 1886 en la horca por los magnates dueños de los monopolios, tras heroicas jornadas de lucha de centenares de miles de trabajadores que demandaban la jornada laboral de 8 horas diarias, lograda después del asesinato y extendida en Europa con el impulso del Movimiento Obrero Organizado, reunido en París, que lanzó la consigna a nivel mundial, designando al Primero de Mayo de 1890 Día de Acción Internacional, para ese efecto y en homenaje a la lucha de los trabajadores de EE.UU., gestores de la conquista.

Ayer, miles de millones de trabajadores en el mundo entero, centenares de millones en América Latina y millones en Ecuador celebraron el 1º de Mayo, demandando mejores condiciones de vida y trabajo, sobre todo en los países capitalistas industrializados, donde hoy la situación es tremenda, por efectos de las políticas expoliadoras del gran capital y el manejo económico neoliberal del FMI, como ocurre en Grecia, España, Italia y Francia, entre otros, que agobian más a la clase trabajadora, preservando el capitalismo de rapiña, círculos económicos de poder y  acreedores internacionales, que sojuzgan a los pueblos con endeudamientos externos leoninos.

En América Latina, por fin, gobiernos democráticos en  muchos países están enfrentando y superando esa  vieja situación. Está enterita la adenda de lucha en la región.

En nuestro país, la clase trabajadora cuenta con un gobierno que defiende el interés nacional, la soberanía, los recursos naturales, maneja responsablemente la economía y protege la vida social, en base a los grandes objetivos de democracia, progreso, bienestar, justicia, equidad, reconocimiento de derechos, desechando toda forma de explotación y discrimen, es decir, con sus objetivos, de todos los tiempos, por los que ha  luchado y debe seguir luchando a fin de consolidar reformas y ampliarlas, y conquistas como la eliminación de la tercerización, la afiliación obligatoria al IESS, respeto a los derechos sindicales y laborales, democratización de la vida pública, construcción del Estado democrático y laico, defensa y desarrollo del sector estatal de la economía, política social del buen vivir, revolución agraria, impulso de la educación pública, política internacional soberana y de solidaridad con todos los pueblos del mundo, en especial con los que luchan contra la dominación y agresiones militares imperialistas.

La lucha por el sindicalismo público, que haciendo respetar sus derechos, contribuya con el objetivo de servir con eficiencia a la ciudadanía y apoye las reformas necesarias, en todos los ámbitos, debe ser la gran consigna de hoy.

La Revolución Ciudadana es por y para los trabajadores. Todos estamos obligados a respetar sus derechos, sobre todo la estabilidad, conquista suprema, no derecho de la patronal a violentarla.

Corregir errores y contribuir al desarrollo del sindicalismo revolucionario, gestor del progreso social en el mundo entero, es una gran tarea que, en homenaje a la clase trabajadora, debemos comprometer.

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