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El Telégrafo

Los sucesores

14 de marzo de 2013

Iniciamos este mes de marzo sin Papa de la Iglesia Católica por renuncia de Benedicto XVI de 85 años de edad, hecho que no había sucedido desde hace seis siglos. Pero esta noticia fue opacada cinco días después por el anuncio oficial de la muerte del Comandante Hugo Rafael Chávez Frías, de 58 años, líder venezolano de la Revolución Bolivariana del Socialismo del Siglo XXI, vencido por un cáncer fatal.

Estoy tentado a jugar esotéricamente con los dígitos inversos de sus edades, pero prefiero mantenerme en el pragmatismo de los hechos. No son eventos que se esperan en cada uno de los casos. Los papas mueren en su cargo, no enferman ni renuncian. Los líderes políticos rara vez mueren antes de posicionarse  de una presidencia que la ganaron fácil y en buena lid; normalmente son derrotados o defenestrados.

De cualquier manera, los dos destacados personajes ya son historia. Ayer 115 Cardenales han recibido la iluminación divina para una decisión geopolítica o la información mantenida en forma tan secreta les permitió elegir rápida e inusitadamente al sucesor que calzará las sandalias del Pescador en la persona del Cardenal de Buenos Aires, Mario Bergoglio, ahora Papa Francisco I.

Por su parte, casi 20 millones de electores de un país que tiene 28 millones de habitantes, irán a las urnas para elegir a quien deberá ser el Presidente de Venezuela y eventualmente quien reemplazará a Chávez en su liderazgo mundial y que claramente dejó como su heredero político a Nicolás Maduro.

Chávez y Benedicto XVI, tan distintos como personas y como líderes, tuvieron la misma coincidencia en su gestión, la cual estuvo “atrapada en un tiempo pernicioso”, como dice el experto en innovación Gary Hammel, por lo cual se necesita reestructurar y renovar sus obsoletos modelos de administración.

Chávez trató de repartir la riqueza, lo cual le hizo muy popular con su pueblo, pero alejó al sector de la población que contribuye a producir el bienestar y generar empleo. Benedicto XVI, por su lado, intentó regresar a los fundamentos primarios de la Iglesia de Cristo, sin darse cuenta de que tenía un clero corrupto y feligreses irreverentes.

Sus sucesores, posiblemente Maduro en Venezuela y el Papa Francisco I, deberán renovar la gestión anterior para poder organizar sus respectivas instituciones y movilizar efectivamente las capacidades humanas. Sus decisiones tienen que explorar nuevos principios para poder superar las dificultades de la economía actual que tienen como consecuencia: corrupción, pobreza, delincuencia e inseguridad.

Deberán ser innovadores en sus sistemas organizativos y poner a prueba su capacidad de liderazgo. Tendrán que transformar algo que ha permanecido inmutable por mucho tiempo, usando la tecnología que permita cambiar las relaciones de poder, democratizando los procesos de toma de decisiones y contribuyendo a redefinir el valor de la inteligencia colectiva.

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