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El Telégrafo

Los revolucionarios (I)

01 de septiembre de 2013

Si alguien se fija en lo que se discute y se debate entre las izquierdas ecuatorianas, en este país no habría revolucionarios. Aparentemente solo están los que se autoproclaman, el resto no existe. Si partiésemos de esa premisa, en Ecuador solo habría revolucionarios en la misma medida en que cada uno se autoproclamara.       

A propósito de la decisión de explotar el campo ITT se ha producido un cruce de acusaciones entre los izquierdistas criollos. Quienes, de un modo u otro, defienden la tesis del gobierno, son señalados por sus adversarios como reaccionarios, no revolucionarios, usufructuarios del poder, etc; incluso llegan a coincidir, de un modo extraño, con los liberales y conservadores para consagrar la decisión como la mayor mentira del Gobierno y como el inicio de su debacle política. Del otro lado, (no necesariamente son todos los que están en el gobierno) han salido posturas y tesis bastante novedosas e interesantes de lo que se ha denominado ya el neoecologismo. Allí hay varios aspectos en análisis y el principal es  saber qué sucede con el cambio de la matriz productiva si para ello hacen falta recursos y no solo conservacionismo extremo. Y también si optar por el conservacionismo es la medida ideal y “revolucionaria”, de qué modo se resuelven los otros problemas que convoca y son la razón de ser de la lucha revolucionaria de la izquierda en general.              

Parafraseando a Zizek podría decirse que lo que debemos hacer es preguntarnos cómo nuestra situación puede verse y comprenderse desde la perspectiva del ideal comunista, que es pensado como eterno (en el sentido en el que Alain Badiou habla de eternidad). Su potencial no debe ser el de poder aplicarse a todos los casos, sino el de poderse reinventarse en cada nueva situación.
Entonces, por lo visto en todos los programas de la izquierda que no está en el poder no existe una sola línea que plantee la salida de la matriz productiva y los mecanismos para ello. Revisados esos documentos hay unas frases que nos recuerdan los mismos programas de hace 30 años.

Si una definición aproximada de ser revolucionarios en estos tiempos se acerca a actuar decidida, creativa y urgentemente para transformar el capitalismo en una sociedad socialista, eso pasa también por una opción de poder. 

Por ello es que hay cierta confusión en las izquierdas criollas: ven  al poder como  sinónimo de Gobierno. Y al hacerlo desconfiguran el otro aspecto de una estrategia revolucionaria: ¿quién sostiene el sistema capitalista desde las redes y matrices que modelan los problemas del presente, entre ellos el del medio ambiente?

Parecería que ha llegado la hora de discutir de estos temas, más allá de lo que en el campo de las elecciones eso implica. Hay varias preguntas: ¿para las elecciones municipales las izquierdas tienen un proyecto que garantice un mejor conservacionismo en las localidades y territorios concretos? ¿Los candidatos tienen en mente otro modelo de consumo que  contemple, por ejemplo, no hacer ciudades para los vehículos y sí para los peatones?   ¿Esos partidos de izquierda harán campaña con base en la oposición al gobierno de Rafael Correa como su “ilusión movilizadora” para los votantes?

Los revolucionarios no nos asumimos como tal si en cada  tarea no hacemos nada revolucionario; si reproducimos el capitalismo en sus esencias; si al oponernos a una medida gubernamental no  ofrecemos también una salida revolucionaria  que transforme la realidad en favor del buen vivir, etc.
Por ahora todo se reduce a un debate opacado por la oposición al gobierno y desde ahí no cabe una reflexión más consistente para definirnos como revolucionarios de verdad.

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