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El Telégrafo

Los periodistas puros

02 de mayo de 2012

Pedro Jorge Vera es autor de la novela Los animales puros, publicada en Buenos Aires, en 1946. El libro era de casi obligada lectura para quienes empezaban en la política y hasta en la literatura. En esa novela había un retrato muy literario de aquellos actores políticos, que entre la ingenuidad y la inexperiencia querían que todo cambiara de un día para otro, pero se enfrentaban a las traiciones y a los sinsabores de la política.

En los últimos años comprobamos la existencia de unos “periodistas puros” que parecería nacieron de un huevo engendrado por el espíritu santo. Ninguno de ellos ha tenido ningún contacto ni “contaminación” con la política y menos con “negocios ajenos”. Son retratados por sí mismo y sus colegas como los grandes opositores de todos los “poderes”.

Uno de ellos honra su currículum con frases que se parecen más a un santo que a un ser terrenal. Incluso, se jactan de no haber colaborado con ningún gobierno, de jamás haber hecho proselitismo político y menos aún de recibir dinero de empresa alguna o de alguna ONG extranjera. Son, en la práctica y por autoconfesión, la mismísima creación divina de algún dios del periodismo. Y para colmo creen que solo se ejerce este oficio con “dignidad” en los medios privados e independientes, que para ellos no son poder ni nada por el estilo.

Que levante la mano cada uno de ellos y confiese en público que jamás cometió pecadillos u ofensas contra esa pureza. ¿No están ahí los que recibieron cheques de los banqueros por hablar por ellos en sus editoriales y entrevistas; los que salieron a las calles a protestar enarbolando una bandera o en la universidad se afiliaron a un partido y hasta fueron candidatos por una lista “izquierdista”?

Ningún periodista puede olvidar u obviar que este oficio se hace con ideas y pensamientos, que no hay pensamientos puros y menos desligados de una mirada sobre el mundo. Para nada somos ajenos a sentimientos y sensibilidades de lo que ocurre a nuestro alrededor y menos ignorantes de la historia. Al contrario, vivimos con la historia a cuestas y la escribimos a diario en cada nota o reportaje. Y por eso mismo hacemos de este oficio un diálogo con la realidad. No estamos de acuerdo con las injusticias y no podemos callar cuando se cometen actos de justicia.

Nuestros silencios son crímenes de lesa noticiabilidad. Los periodistas puros están en unos laboratorios casi extraterrenales, donde alguna impureza los puede matar de fiebres y dolores espirituales. Los periodistas que luchamos, leemos, discutimos, asumimos posiciones y tenemos ideas y pensamientos tenemos el riesgo de equivocarnos, pero jamás de traicionarnos ni de traicionar a nuestras conciencias ni audiencias.

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