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El Telégrafo

Los patrimonios y los municipios

23 de diciembre de 2011

A partir de la arbitrariedad y el descarado incumplimiento de las leyes vigentes del Municipio de Guayaquil para instalar un monumental rostro del ex presidente Febres-Cordero en un área patrimonial de la ciudad, caben algunas reflexiones.  No se trata, como en forma reiterada lo han expresado las autoridades patrimoniales, de vetar un homenaje a Febres-Cordero, sino de defender y preservar un emblema patrimonial de Guayaquil.  No es un debate ideológico, es un tema de cumplimiento de la ley y de preservar un entorno y paisaje patrimonial.

De acuerdo al Código Orgánico de Ordenamiento Territorial, Autonomía y Descentralización, las competencias patrimoniales deben asumirlas los gobiernos locales, pero el control y la supervisión de los patrimonios, como es obvio, corresponden al Estado central.  Pero, en la práctica, los municipios no están preparados para asumir esas competencias o, en su defecto, ni siquiera les interesa. El propio Municipio de Guayaquil no tiene un solo funcionario dedicado al tema patrimonial y, lo que es peor, no tiene un dólar de inversión en temas patrimoniales.

Cuando se recorre el país, nos encontramos con una gran cantidad de municipios, grandes y pequeños, que han contratado una especie de “esculturas” con motivos de todo tipo; a la madre, al padre, a la paz, a los obreros, a los artesanos y hasta al helado.  “Esculturas” horrorosas que, poco a poco, han ido poblando redondeles, avenidas, plazas y otros espacios públicos.  Espacios diseñados sin criterios técnicos, apenas con buenas intenciones, pues lo hacen con el deseo de destacar su laboriosidad y adornar ese espacio público, pero terminan afeándolo.  Si aquel municipio se dedica a la agricultura, a la entrada de la ciudad se coloca un arado; si se dedica a la industria textil, un par de tejedoras y un telar; si se dedica a producir helados, pues un monumental helado.  Y en esto, hay que decirlo, no se han generado políticas públicas que permitan normar el uso de esos espacios.

El propio Instituto Nacional de Patrimonio Nacional no ha mostrado el más mínimo interés. Ya es hora de que nuestras calles, avenidas y plazas tengan otras opciones para su uso y disfrute.  En este sentido, vale la pena destacar la iniciativa del Municipio de Quito para generar espacios en los cuales la escultura (de quindes, trabajados por artistas plásticos) es el motivo para el encuentro, el paseo y el esparcimiento.  

Lamentablemente seguimos empeñados en los bustos (perinolas) y estatuas de nuestros personajes célebres que no contribuyen al ornato de las ciudades. Por el contrario, constituyen atentados contra el espacio público y, como el caso del monumental rostro de Febres-Cordero, es (por su ubicación y tamaño) un atentado contra el patrimonio nacional.

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