A un año del TLC firmado entre EE.UU. y Colombia los resultados son frustrantes, no ha generado los beneficios esperados en nuevos empleos o infraestructuras. Las exportaciones de EE.UU. a su nuevo aliado aumentaron en un 20%, pero los envíos colombianos decrecieron en monto, aunque se diversificaron. Con una balanza comercial negativa, las voces de pesimismo se extienden y las emociones iniciales se desvanecen, salvo las de unos pocos beneficiados.
Quienes en nuestro país insisten en plantear una economía aperturista de desarrollo hacia afuera, nos llenan de miedos al decir que Ecuador pierde competitividad ante sus vecinos y auguran terribles males: los patitos no hacen cola. Para ser competitivos afuera primero debemos serlo internamente, por ello el tan necesario desarrollo hacia adentro, que según Roberto Aspiazu no existe.
El espíritu de competencia internacional que promueve no es beneficioso, la competencia debe haber y tiene que ser fuerte, pero entre nosotros, entre provincias, entre cantones.
Serán más importantes las ciudades que desarrollen su agricultura, industria y servicios, para mejorar la calidad de vida de sus ciudadanos. La quimera agroexportadora primaria acaba con los recursos naturales, usa intensivamente la tierra para biodiésel sacrificando el espacio para alimentos y las leyes del mercado siempre favorecen al gran comprador, que convierte a poblaciones enteras en empleados sin sueldo dependientes del monocultivo.
Este modelo neoliberal no contempla la sostenibilidad de los recursos, y menos del ser humano, los pocos beneficiarios tienen abundantes recursos comunicacionales para defenderlo y cuestionar a los gobiernos que no regalan sus recursos agrícolas y humanos.
Si bien el Gobierno va a aprobar varias leyes para cambiar la matriz productiva y direccionar nuestra economía hacia la industria y tecnificación basados en el conocimiento, hay que recordar que el modelo más rentable se basa en el turismo, pues asegura la sostenibilidad, la calidad de vida, la recuperación de la biodiversidad y fomenta la exportación más básica y rentable, que es cuando un turista compra un producto o servicio. En ese momento hicimos una exportación, se dio el ingreso de divisas, se aportó a la balanza comercial, ahorramos el embalaje, traslado y seguros, pero sobre todo, ese dinero se redistribuye a varios sectores sociales y no a una élite.
Avancemos al cambio de matriz productiva con serena confianza. Los patitos están empezando a hacer cola.