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El Telégrafo

Los “Indignados” y América Latina

31 de diciembre de 2011

Cuando se acerca el fin de cada año, se acostumbra hacer un balance de lo sucedido en ese lapso y rescatar lo más importante. A mi juicio, los dos acontecimientos positivos fundamentales ocurridos en  2011 fueron la conformación de la Celac, que constituye un suceso que puede implicar un viraje en la historia de la región y, fuera de las fronteras latinoamericanas, el movimiento de los “Indignados”.

¿Por qué jóvenes de España, Italia, Inglaterra, Grecia y otros países europeos se autoconvocaron  y ocuparon calles y plazas del Viejo Continente, y posteriormente hicieron lo mismo protagonistas similares en varias urbes norteamericanas, soportando incomodidades y desarrollando mecanismos de solidaridad y organización que nacían de los colectivos allí reunidos?

La crítica situación de la economía europea que pone en riesgo la perdurabilidad del euro, corresponde a una condición connatural al sistema. Hace ya mucho, cuando se hicieron visibles las convulsiones que en forma cíclica experimentaba la economía capitalista, se desarrollaron las más variadas teorías acerca de sus orígenes y de la forma de evadirlas. Cuando se entendió que el fenómeno no podía evitarse, la investigación económica se dirigió hacia la búsqueda de políticas anticíclicas que hicieran menos pronunciados sus efectos.

A partir del derrumbe del Socialismo Real, el pensamiento predominante fue el Neoliberalismo cuyos voceros no solo preconizaban el fin de la historia sino el achicamiento del Estado, la privatización de los bienes y servicios públicos y con ello la destrucción de miles de puestos de trabajo. El resultado es el desastre que hoy viven esos pueblos con el agravante de que el recetario aplicado tiene como beneficiarios a las transnacionales y a los grandes bancos, dejando fuera al 99% de la población, como lo proclaman los “Indignados”.

En Sudamérica, con la excepción de Chile, ese movimiento no se ha presentado. Una mayoría de gobiernos progresistas ha dejado atrás la receta impuesta por los organismos internacionales orgánicos al sistema y, con un apoyo creciente en sus propias fuerzas, avanza hacia una real integración, a través de políticas que tienen como eje al ser humano y su bienestar.

El exitoso panorama económico de nuestro país,  difundido por organismos internacionales como la CEPAL y el BID, constituye un claro ejemplo del acierto en la conducción de una política que busca el “buen vivir” para todos y todas, y paso a paso  lo está consiguiendo.

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