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El Telégrafo

Los hombres de la revolución (2)

29 de diciembre de 2011

Otro sector clave del bloque histórico que hizo la Revolución Liberal fue la burguesía liberal porteña. Estaba integrada por tres fracciones vinculadas, aunque con distinta función socioeconómica. El grupo latifundista, denominado “Gran Cacao”, lo encabezaban las familias Aspiazu, Seminario, Morla, Durán-Ballén y Rosales. El grupo comercial era presidido por los Avilés, Robles, Carbo, García y Estrada. Y el grupo bancario era encabezado por las familias Urbina, Arosemena, Roca, Baquerizo Moreno y Game. Algunas de estas y otras grandes familias porteñas (Marcos, Noboa, Icaza, Santisteban, Huerta y Robles) tenían intereses en dos o más sectores económicos.

A comienzos de 1895, la clase dirigente porteña buscó dar una salida burguesa a la crisis del régimen conservador, imponiendo la Jefatura Suprema del rico hacendado Darío Morla, o montando, en asocio con terratenientes serranos opuestos a “La Argolla”, unas elecciones apresuradas, que conjuraran la eclosión revolucionaria que se veía venir. Empero, tras ver derrotados sus planes por el liberalismo radical, que estimuló en todo el país la suscripción de pronunciamientos populares a favor de Alfaro, la burguesía buscó embarcarse en el carro de la revolución. Proclamó a Ignacio Robles como Jefe Superior interino, a lo que siguió la preparación de un gabinete ministerial a serle impuesto al “Viejo Luchador” apenas  llegara de Nicaragua.

Además, la burguesía porteña otorgó al gobierno alfarista un empréstito de 200 mil pesos, que sirvió para financiar la guerra. A cambio, ella asumió desde el comienzo una trascendental influencia en el gobierno liberal, cuya política económico-financiera pasó a controlar a través de “sus” ministros Luis Felipe Carbo, Lizardo García, José María Carbo y otros.

Pocos años bastaron para que este sector social buscara deshacerse del “liberalismo machetero”, que era el único contrapeso político a sus desmesurados apetitos.
En 1905 asumió el poder el banquero Lizardo García, gerente del Banco Comercial y Agrícola y antiguo ministro de Alfaro, quien se aproximó a los conservadores y persiguió a los jefes radicales. Pero estos se sublevaron el 1 de enero de 1906 y recuperaron el poder para Alfaro en una fulgurante campaña de apenas veinte días.

A partir de entonces, la burguesía costeña estrechó su alianza con el liberalismo “placista”, gracias al cual logró derrocar a Alfaro en 1911, aplastar el último alzamiento de los jefes macheteros en 1912, combatir a la revolución de Concha en Esmeraldas y establecer un sólido régimen plutocrático, que duró hasta 1925 y al que el pueblo bautizó como “bancocracia”.

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