Nunca ha estado América Latina y el Caribe tan consciente de la necesidad y posibilidad de completar el proceso independentista del imperio de turno como en nuestros días, y de que puede lograrse incruentamente, aunque, como antaño, el imperio es el que impone la violencia, con arcabuces entonces, con drones hoy, y prepotencia insultante siempre.
El vicepresidente Kerry, tan caballeroso en apariencia, amenaza con que el imperio no cederá su “patio trasero”. Así, crudamente. La CIA da orden a países de su patio trasero europeo de no permitir el sobrevuelo sobre sus territorios a un jefe de estado latinoamericano. Las trasnacionales arrasan nuestros recursos naturales en connivencia con las elites oligárquicas que aceptan el neocolonialismo.
Pero crece la indignación, y en el imperio mismo, como antaño por la invasión de Napoleón, hoy por el espionaje orweliano. Y va surgiendo una nueva subversión, que no es lo que el imperio hace creer.
“Reléase la historia de las naciones y véanse los casos concretos de la llamada “subversión”, que cuando aparecieron no fueran arduamente criticados, acerbamente incomprendidos, mil veces cruentamente sofocados por personeros de la tradición, cuya estatura moral no alcanzaba ni al tobillo de los revoltosos”, como recomendaba el sociólogo Orlando Fals Borda, para fundamentar las bases teóricas de su metodología liberadora de la investigacio-acción participativa, que surge del pueblo, empoderándolo, para tomar conciencia de que otro mundo es posible.
Los activistas sociales no son los subversores, sino aquellos que defienden el orden injusto. Como para releer L’ homme révolté de Camus y a Fals Borda, que ilustra su tesis con lo ocurrido a los jóvenes del Nuevo Reino de Granada que se atrevieron a traducir Los derechos del hombre y del ciudadano en Santa Fe de Bogotá, y a pensar distinto. Se les expulsó de las universidades y seminarios, se les encarceló, se les desterró, acusándolos de ociosos, libertinos, cuando eran campeones de la libertad.
Estos héroes nos interpelan hoy para que culminemos la tarea emprendida.
Es histórico el proceso que se vive hoy en América Latina y el Caribe, unidos en UNASUR, el ALBA, habiendo derrotado al ALCA, y aclimatando una CELAC en remplazo de una OEA con el enemigo adentro. Proceso subversivo en el mismo sentido futurista, constructivo y positivo que fue el de los fundadores de las repúblicas americanas en el siglo XVIII. Sigamos sentando las bases de una sociedad libre, equitativa, con justicia social.