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El Telégrafo

Los héroes

10 de mayo de 2012

Se llama héroe a quien se ha vuelto admirable por su extraordinario valor o mérito o ha cumplido hazañas gloriosas al servicio de su nación o pueblo. La heroicidad es siempre un acto supremo, inigualable, superlativo, que generalmente conlleva el jugarse la vida por una causa.

Y mayo es, para nosotros, el mes de la heroicidad. En él ocurrió la batalla de Pichincha, en la que gentes venidas de todos los rincones del país quiteño y de todas las latitudes de Sudamérica se juntaron para vencer al colonialismo español. En un feroz combate, desarrollado en unas pocas horas, en el pequeño espacio de una ladera, los patriotas causaron 400 muertos y 190 heridos a las fuerzas realistas y sufrieron ellos mismos 200 muertos y 140 heridos.

Se destacó en esa batalla el joven abanderado del batallón nacional Yaguachi, teniente Abdón Calderón, de menos de 18 años, que desde dos años antes venía combatiendo por la libertad de su patria “con valor heroico” bajo la bandera libertaria de Guayaquil.

El general Sucre escribió en su parte de batalla: “Hago una particular memoria de la conducta del teniente Calderón, que habiendo recibido sucesivamente cuatro heridas, no quiso retirarse del combate. Probablemente morirá, pero el Gobierno de la República sabrá compensar a la familia los servicios de este oficial heroico”.

Este recuerdo resulta oportuno ahora, cuando una ley mal pensada y peor aplicada ha querido elevar a la categoría de héroes a 1.400 personas, como paso previo a un reparto de premios y beneficios económicos. Y a ello se ha unido la actitud conspirativa de un perverso, que ha instigado a los ex combatientes del Cenepa a exigir iguales beneficios para todos.

Esto exige algunas precisiones. Una, que la heroicidad es un acto raro y poco común, y que por lo mismo no puede haber héroes por docenas y, peor aún, por miles. Otra, que en la redacción de leyes debe haber siempre la asesoría de lingüistas, que ayuden a definir con exactitud los términos, para prevenir resbalones idiomáticos y evitar futuros conflictos políticos o sociales.

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