Publicidad

Ecuador, 30 de Septiembre de 2024
Ecuador Continental: 12:34
Ecuador Insular: 11:34
El Telégrafo
 Pablo Salgado, escritor y periodista

Los grandes de la música al fin en Ecuador

21 de marzo de 2014

El Ecuador empieza, al fin, a ser parte de los circuitos de las grandes bandas y músicos del mundo. Ya los cantantes internacionales importantes no se saltan de Bogotá a Lima y Buenos Aires o Río de Janeiro. La presencia de Metallica, Elton John y Paul McCartney cambia radicalmente la producción de eventos musicales y permite a los ecuatorianos acceder a los más importantes shows del mundo.

Todo cambió a partir de la reducción de impuestos para los empresarios y productores, pues en Ecuador llegaban a casi el 53%, lo cual hacía casi imposible el montaje de grandes conciertos, pues el riesgo, con semejantes impuestos, era demasiado alto. En tanto en Lima, por ejemplo, los tributos no llegan ni al 8%. El Presidente de la República, al enterarse de esta situación, entendió que así, con tan altos impuestos, no podíamos ser competitivos y el país seguiría excluido de los más importantes espectáculos culturales. Con este incentivo, la empresa privada puede invertir en el fichaje de las mejores bandas y presentarlas en Ecuador.

Así, los ecuatorianos podemos ver en vivo y en directo a los músicos que han marcado nuestras vidas. Verlos en directo genera otro tipo de acercamiento, intercambio e interés y, sobre todo, contribuye a la formación de nuevos públicos, con otros criterios y con otras miradas. Y lo que es más, esta formación permitirá tener un espectador más crítico y, al mismo tiempo, más exigente. Permitirá, incluso, que los propios periodistas de espectáculos y/o farándula puedan desarrollar destrezas que mejorarán notablemente su capacidad profesional. Demás está decir que también estos grandes conciertos generan empleo y dinamizan las economías de la llamada industria cultural.

Empresarios y productores invierten corriendo un riesgo, como parte natural del negocio, pero es necesario también que el Estado, a través de sus instancias culturales, construya políticas públicas para el sector de la música; circuitos de distribución y comercialización; normativas e incentivos, incluso fiscales; redes de salas públicas y privadas, que permitan a los espectadores conocer la producción de nuestros artistas. El rol del Estado no es competir con el sector privado, es determinar con claridad políticas públicas para impulsar el desarrollo de la industria de la música.

Si así llueve, que no escampe. Ya no solo podremos ver a los cantantes de los años 60-70 que aún tienen como única plaza a Ecuador, y a los artistas prefabricados por las transnacionales de la música, sino también a los auténticos artistas que son parte imprescindible de la historia de la música.

Es responsabilidad de los empresarios garantizar la calidad y organización de esos espectáculos, y de las autoridades locales ejercer control de las condiciones técnicas, e incluso de precios de las entradas, para evitar el abuso y la especulación.

Y ojalá esto abra también el camino para que lo mismo suceda en las otras artes: el teatro, la danza, la literatura, la pintura, etc. Que dejemos de ser una isla y seamos, al fin, parte de los grandes circuitos culturales del mundo.

Contenido externo patrocinado