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El Telégrafo

Los genes son de todos

16 de junio de 2013

Entre tanto lío mundial con espionajes, intromisiones a Internet, invasiones, guerras injustificadas y más males provocados, una luz de racionalidad aparece en el mundo de las finanzas científicas. Se podría decir que han primado los derechos de la naturaleza sobre el interés del capital. Así debe interpretarse que el Tribunal Supremo de los Estados Unidos emitió un fallo histórico para la genética: dictaminó que los genes humanos no se pueden patentar, ni en su estado natural ni aislados en el laboratorio con técnicas de ingeniería genética.

Textualmente expresa: “El ADN es un producto de la naturaleza y no puede ser objeto de patente simplemente porque haya sido aislado”, con lo cual el conocimiento y uso sobre un 20% de genes ya patentados, de los 23 mil del genoma, regresan a su dueña legítima: la humanidad.

El Tribunal Supremo de EE.UU.  dictaminó que los genes humanos no se pueden patentar, ni en su estado natural ni aislados en el laboratorioDesde 1994 las empresas genéticas y biotecnológicas han luchado porque el simple descubrimiento de un gen determine la propiedad sobre él. En estos años solo una de las empresas que tenía la patente de uso y usufructo de los genes de predisposición al desarrollo del cáncer de mama, el BRCA 1 y BRCA 2 (que se hicieron famosos por la mastectomía radical que se practicó Angelina Jolie), a un precio por prueba de 3 mil dólares, tuvo una ganancia de 62 mil millones de dólares, discriminando a miles de personas por su costo y provocando la muerte por falta de prevención temprana.

Para quienes trabajamos en genética, este fallo es trascendente, ya que cualquier institución o investigador podrá acceder libremente a los datos “secretos” del gen y  desarrollar  investigaciones y diagnósticos propios sin aumentar las arcas de las empresas biotecnológicas. Los costos de las pruebas bajarán y la utilidad social, por tanto, será expandida. Es verdad que el fallo jurídico reconoce que las modificaciones artificiales y sintéticas de genes seguirán protegidas por patentes, pero la tecnología del ADN ha variado tanto, que ahora es posible estudiar genes directamente en el propio ADN, sin tener que aislarlos. Nada se habla aún de plantas y animales, pero por precedente jurídico se llegará a lo mismo.

Para la equidad mundial y para los pacientes, sobre todo, este fallo abre la puerta a mejores diagnósticos y precios, posibilidades de prevenir enfermedades, e incluso, de alguna manera, protege al acervo genético de la humanidad al ponerlo fuera de la injerencia legal y del capital.

Es de esperar que, cada vez más, los conocimientos científicos estén a disposición de la humanidad y que todos trabajemos para anteponer las personas al negocio.

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