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El Telégrafo

Los dislates del neoliberalismo del siglo XXI

11 de noviembre de 2013

Con la tradicional monotonía discursiva aquel expresidente de la sucretización va en búsqueda de auditorios prefabricados, listos, ansiosos de escuchar su retórica neoliberal que ante tanta escasez de ideas se convierte en un pequeño faro para las fuerzas neoliberales de la región que buscan cómo resistir el rechazo social; y es así que preparan escenarios con apariencia académica para poder dar soporte a una serie de dislates acerca de lo que ocurre con la democracia en América Latina.

El guión está elaborado de antemano: solo en el siglo XX hubo democracia en América Latina, después, según ellos, llegaron regímenes que bajo la apariencia democrática, han manipulado a la gente y han configurado dictaduras civiles. Es decir que solo cuando el neoliberalismo gobernaba era posible comprender el sentido de la misma democracia; aquella que solo puede sostenerse en el “libre” mercado, porque la lógica de la oferta y la demanda es la que no solamente da sentido al mundo de las mercancías, sino que da sentido al mundo de la política, entonces la democracia es una confluencia perfecta de oferta y demanda política y quienes tienen los mejores recursos: económicos, posición social, conocimientos, etc., son los más aptos para gobernar y decidir el futuro de las transacciones liberales; el pueblo es un addendum errata.

Es por eso que otra forma de gobierno, de diseño institucional, es inaceptable para la monotonía discursiva. Todo lo que no provenga de la lógica mercantil no es admisible, porque el fundamento del poder no está en el pueblo sino en las estructuras mercantiles-políticas que ellos diseñaron, promovieron y presidieron en ciertos partidos políticos, institutos de investigación, ONG, etc. Tan pobre es el discurso que se repite el lugar común de que el voto de la gente por estos proyectos políticos de izquierda es el resultado de la “máquina de propaganda”, es decir, que las mayorías son gente con escasa capacidad de reflexión, que su ignorancia los hace caer en la trampa de la propaganda y solo ellos: cultos, profundos, complejos, seres únicos, son lo que se dan cuenta de la “verdad”… del mundo.

La intención de remodelar el pasado los lleva a dislates mayores como mezclar regímenes dictatoriales militares, civiles, regímenes de Oriente Medio, etc., en tiempos e historias diferentes. Eso es nada más que una forma pobre de ideologización que busca hacer del neoliberalismo la panacea a los problemas de la humanidad. Y claro, como no basta la palabra para tomarlos en serio, hacen uso del término “cifras”, de la pobreza antes y después de los gobiernos de izquierda; nunca dan los datos, ni las fuentes, pero basta invocar aquel término para que se aparente “objetividad” analítica. Ya lo gracioso viene cuando, dirigiéndose al público, se afirma que todo lo dicho hasta ese momento es para que a la salida puedan adquirir el librito, sino para qué todo el show: libre oferta y demanda de su propia mitología neoliberal.

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