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El Telégrafo

Los dinosaurios y el agua

21 de mayo de 2013

Agradezco las opiniones enviadas sobre mis artículos referentes al agua, las cuales merecen todos mis respetos. Al respecto, debo informarle a Gabriela Teixeira (Programa de Pós Graduação em Ciencias Ambientais e Florestais Universidade Federal Rural do Rio de Janeiro) que el Ecuador no es un país deficitario en recursos hídricos.

De acuerdo a la relación Agua/Población, el país tiene un promedio cuatro veces mayor al promedio mundial (inventario hídrico 1989), pero está asimétricamente distribuido, tanto en el tiempo como en el espacio, existiendo zonas secas con pluviosidades menores a los 100 milímetros anuales, así como también períodos secos alternados con temporadas lluviosas.  Estas limitaciones, si se cuenta con el recurso, son superables mediante  la construcción de represas.

El volumen de agua de la tierra es casi invariable y se calcula en 1.400 millones de kilómetros cúbicos, de los cuales el 97% es de agua salada y el 3% de agua dulce, de los cuales solamente una cuarta parte es accesible.

El agua de la Tierra depende del ciclo hidrológico que se originó hace miles de millones de años cuando se enfrió el planeta condensándose el vapor de agua en la atmósfera para caer sobre su superficie en forma de lluvia para después, por el calor del Sol, volverse a evaporar iniciándose de esta forma el ciclo hidrológico del cual depende la vida del planeta. Para graficar la rigidez que tiene la oferta casi invariable de la dotación del agua se la expresa diciendo que el agua que actualmente bebemos es la misma que en su tiempo bebieron los dinosaurios.

A diferencia del recurso agua, la población humana crece exponencialmente. Si tomamos como ejemplo el Ecuador, podemos observar que actualmente la población que tenemos es el doble de la del año en el cual se realizó el inventario de los recursos hídricos (1989), lo cual nos advierte que ya no tenemos excesos de agua. Lo mismo sucede en el planeta, donde se calcula existen 1.600.000 millones de personas carentes de agua.

Esta situación crítica establecida por la rigidez de la existencia del recurso frente al crecimiento exponencial humano le da un valor bioético a la conservación del agua, y si bien la construcción de los grandes almacenamientos ha ocasionado severos impactos negativos, son posibles de controlarlos mediante la observación rigurosa de planes de manejo sin eliminar la posibilidad de construcción de represas para enfrentar la crisis del agua.

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