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El Telégrafo

Los desafíos de Bergoglio

03 de septiembre de 2013

No hay día en que Bergoglio no sorprenda a sus feligreses y a las propias jerarquías vaticanas, poco acostumbradas a las novedades introducidas por el nuevo Papa. En las últimas semanas, Francisco ha llamado por teléfono a fieles comunes, ha aparecido en una foto “selfie” con algunos adolescentes que visitaban el Vaticano, y más, en general ha renunciado a comodidades y varios símbolos ostentosos del poder. Más allá del rejuvenecimiento a nivel de imagen, existe sin duda un cambio de orientación en el plano del discurso doctrinal y pastoral de Bergoglio, quien ha recuperado –siempre en el contexto de la tradición– la importancia de lo social y la atención hacia los pobres y los últimos. En este sentido, un claro ejemplo ha sido la visita realizada al comienzo de julio por Francisco en la isla mediterránea de Lampedusa, punto de llegada de inmigrantes africanos que buscan entrar a Europa tras infernales odiseas que, a menudo, terminan con sus vidas.

Además del intento de pauperización de la Iglesia, los asuntos bioéticos considerados no negociables en el papado de Benedicto XVI no han sido aún abordados por Francisco, una omisión que dejaría entrever márgenes para un reacomodo, aunque sea parcial, de la posición de la Iglesia sobre estos temas. Paralelamente se señala la importante adopción de una retórica que privilegia el diálogo con los no creyentes. Se trata de una ruptura neta con el bagaje conservador de papa Ratzinger, cuya misión evangelizadora y oposición al relativismo han permeado su época pontificia.

En el marco de la renovación de las estructuras vaticanas emprendida por el papa Francisco, destaca la reciente designación de secretario de Estado del arzobispo italiano Pietro Parolin, actualmente nuncio apostólico en Caracas. Parolin, diplómatico de carrera, exvicecanciller y ajeno a las clásicas disputas de poder intestinas, reemplaza el cuestionado Tarcisio Bertone, centro de varios escándalos. Es -de todos modos- muy temprano para poder decir si Bergoglio tiene realmente intención de alterar las estructuras de poder alrededor de la curia romana y de las congregaciones más potentes.

Para comprender si nos encontramos frente a un nuevo Juan XXIII, Bergoglio tendrá que enfrentar también otros nudos cruciales, como la descentralización del poder a las diferentes diócesis del mundo, fortaleciendo -por ejemplo- el sínodo de los obispos; y otros asuntos, como el papel -aún muy débil- jugado por los laicos y las mujeres. Es en estos terrenos que se juega el partido por una renovación efectiva de la Iglesia católica.

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