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El Telégrafo
Orlando Pérez, Director de El Telégrafo

Los comunistas socialcristianos

01 de marzo de 2015

En tiempos de buen humor y de anonimatos identificados, nos ha caído la noticia que entrará en los anales de la historia política: la unidad más plural y diversa tuvo lugar en Cuenca. “¡Por fin!”, dicen ciertos analistas sesudos. Quien sí debería estar preocupado es don Rodrigo Borja Cevallos, porque su voluminosa Enciclopedia de la Política tendrá que ser revisada, corregida o mutilada en los acápites donde menciona asuntos como las ideologías, alianzas y pactos.

Así como Francis Fukuyama decretó el fin de la historia, en la noble Cuenca han quedado liquidadas las ideologías, por arte y magia de un acuerdo poderosamente comunista y profundamente socialcristiano. Según el anfitrión del encuentro ‘del más alto nivel político’, quedan de lado las ideologías, desaparece el modo de pensar, de ver el mundo, la historia, el pasado, las tradiciones y el conjunto de elementos constitutivos de eso que explica, de unos modos y de otros, la realidad. En la Crítica de la economía política, dice Marx que la ideología abarca el derecho, la política, la religión, el arte, la filosofía, y (sugiere) hasta la misma ciencia.

Al fin Jaime Durán hizo lo que no han podido todos los teóricos y académicos de la sociología y la filosofía: decretar que en Ecuador no hacen falta las ideologías porque el poder político y la conducción del Estado solo pueden hacerse desde el marketing y las consultorías asépticas, depuradas, light, descafeinadas. Sus dos alcaldes asesorados son tan disciplinados que cumplen al pie de la letra sus ordenanzas. Lo único que ha hecho la diferencia de esta ocasión es que la izquierda (la que parió a Durán) se suma a esa nueva realidad política. Y lo hace sin remordimiento, mucho menos con vergüenza ni memoria. César Rodríguez, Mónica Chuji y Paul Carrasco ocuparán seguramente un lugar destacado en las correcciones y apostillas de la Enciclopedia de la Política, de Borja.

Los ahora comunistas socialcristianos ponderan las virtudes de la unidad nacional por encima de todas las cosas. Su ‘no ideología’ no les impide imaginar un programa de gobierno porque sus nuevos socios y aliados, coidearios y compañeros de lucha, que votaron en contra de la Constitución de Montecristi (por la cual sí votaron Chuji, Carrasco y Rodríguez) han entendido por fin que hay derechos y garantías universales, libertades y obligaciones democráticas. Y ese programa será el Buen Vivir para las oligarquías y las élites económicas (a las que sirven de buen modo los alcaldes de las dos grandes ciudades). En adelante gozaremos de la mejor medicina para la disputa y la confrontación, ahora priman el consenso y la armonía.

Por cierto, en el flamante grupo comunista socialcristiano entrará muy pronto la otra derecha (¡perdón, ya no hay ideologías!) y conjugará sus visiones bancario-financieras con las del indigenismo amazónico y con la heredad del maoísmo, tal como lo vaticinó el ex histórico líder socialista, que debe frotarse las manos por ingresar en el politburó de esta nueva alianza patriótica para salvar al país de las garras del correísmo.

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