El más importante de los cambios en el actual período de gobierno es el de la matriz productiva. El objetivo es pasar de la producción no elaborada agrícola, del mar y minerales, a productos transformados con mayor valor agregado. No es un cambio tan solo de la infraestructura tecnológica. Este cambio requiere una reingeniería social que busque transformar profundas y establecidas creencias en nuestro país.
Cambiar la matriz productiva obsoleta en un país que ya se encuentra en gran desventaja con relación a los países y sectores productivos más avanzados implica cambiar viejos hábitos enraizados profundamente en las zonas cómodas de las personas que prefieren hacer lo “viejo conocido que lo nuevo por conocer”. Es un desafío a la innovación y la creación de todos los ecuatorianos. Esto no se puede afrontar con solo enriquecer los sectores industriales con mayores y mejores conocimientos y maquinaria, y dejar al resto atrasados.
Un error en el pasado es creer que lo más importante es la infraestructura física. El gran descubrimiento (y secreto mal guardado) de los últimos 20 años en las sociedades y compañías de éxito es el entendimiento de que el modelado del cambio psicológico interior de las personas es lo único que puede generar un cambio exterior. Actitud, apertura, creatividad. El problema se encuentra en que lo más difícil para todo ser humano es cambiar sus hábitos negativos.
Si los que dirigen el cambio de la matriz productiva se encuentran encerrados en una sola disciplina o mentalidad científica (cualquiera que esta sea), no estarán preparados para gestionar el cambio. Los responsables del proyecto deben tomar conciencia de que se trata de un megaproyecto que engloba al resto.
Hay que incorporar un cambio cualitativo, subjetivo (de menor costo, pero de mayor dificultad) como lo es el educativo, psicológico y sociológico en las instituciones y sociedad. El cambio de conciencia cambia la cultura. Una máquina no enseña a entender el cambio social. El cambio cultural enseña por qué utilizar la máquina.
Lo más importante es lo que ya se ha realizado: la decisión histórica de cambiar la matriz productiva. Ningún gobierno propuso en el pasado esta meta, que constituye la columna vertebral del Plan de Buen Vivir. Ya no hay paso atrás. Sin embargo, hay que recordar el dicho “De buenas intenciones está pavimentado el camino al infierno”. No considerar todos los aspectos para este proyecto, puede significar comprometer peligrosamente nuestro futuro y el desarrollo integral del país.