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El Telégrafo

Los cambios

30 de julio de 2012

Sucedió mucho en el pasado, y ahora en la actualidad con mayor curiosidad, al llegar un nuevo gobierno. El respetable elector se sintió conmovido ante la expectativa doble de que un mandatario que evidenciaba, por su conducta, tener autoridad (a esa fecha concepto ya olvidado) y que con su autoridad vendría una época de cambios.

El susodicho mandatario alteró la figura literaria y afirmó que con su gobierno y revolución las cosas eran diferentes porque tratarían de impulsar un cambio de época.

No es un juego de palabras: el concepto pretende alcanzar una dimensión superior que abarca una etapa histórica de mayor proyección.

El elector se habrá dicho: “Lo uno o lo otro: lo importante es que cambie”. Si es un cambio sobre un tema específico, en buena hora, pero si lo que anhelan es cambiar toda una época, mejor todavía.

Se han acuñado frases que si se adoptan como norma en la sociedad es posible hablar de cambios, el cambio por el cambio o el cambio de época: “Prohibido olvidar”: quiere decir que si la colectividad pretende que se introduzcan cambios no puede olvidar cómo era el pasado y hasta el presente, porque si no aprendemos a diferenciar y comparar lo que ocurría antes con lo que ocurre ahora, no vamos a percibir el cambio.

Para ver si las cosas están cambiando, tomemos otra de las frases del gobernante: “Por el diálogo todo, por la violencia nada”.

Si está “prohibido olvidar” no podemos dejar de comparar lo que sucedía cinco años atrás: 4 paros docentes cada año: 2 al inicio y 2 al final de cada ciclo escolar, 2 para la Sierra y 2 para la Costa, que podían aumentar según la beligerancia politiquera del MPD.

Tenían como dogma desatar actos de violencia sacando a jóvenes a provocar desmanes. Solo los ciegos pueden negar que esa etapa y método mezquino de politiquería en los últimos cinco años terminó, y no porque hayan faltado intentos ni provocaciones, sino que la fuerza de la razón y el crecimiento de la autoridad moral debilitaron las pretensiones y la capacidad de chantaje de los dirigentes anarquistas que iniciaban su reclamo con el desate de medidas de violencia.

Desde que la autoridad demostró que se podía conseguir las cosas por el diálogo y no por la violencia, mucho ha cambiado para bien del país, el orden de los factores para alcanzar un cambio.

Si así cambian las cosas, que no escampe.

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