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El Telégrafo

Los ataques del 11-S

12 de septiembre de 2013

Cuatro aviones de pasajeros fueron secuestrados. Los vuelos de American N° 11 y de United N° 175 fueron estrellados contra las torres Norte y Sur del complejo World Trade Center en Manhattan, Nueva York; al cabo de dos horas las dos torres colapsaron y sus escombros destruyeron e incendiaron el resto de edificios de dicho complejo y dañaron a otras diez edificaciones vecinas. Un tercer avión de American N° 77 fue estrellado contra el Pentágono, que es la base del Departamento de Defensa de los Estados Unidos de Norteamérica en Washington, destruyendo su lado oeste. Y una cuarta aeronave de United N° 93 que se dirigía a atacar presumiblemente a la Casa Blanca, fue estrellada en  una pradera de Shanksville, Pennsylvania, cuando sus pasajeros intentaron dominar a los secuestradores. Casi tres mil personas murieron en estos ataques, incluyendo 227 pasajeros y 19 terroristas a bordo de las naves. Dos mil víctimas no han sido todavía identificadas por su ADN.

Doce años después del más mortal y repudiable incidente terrorista en territorio norteamericano, la humanidad recuerda  las razones de Al-Qaeda y de su líder, Osama bin Laden, para realizar estos ataques: el apoyo norteamericano a Israel, la presencia de sus tropas en Arabia Saudita y las sanciones a Irak. A pesar de que los Estados Unidos de Norteamérica inmediatamente lanzaron la  “Ofensiva contra el Eje del Mal” e invadieron Afganistán para acabar con el  Talibán que protegía a Al-Qaeda; y luego atacaron a Irak en 2003 derrocando a Saddam Hussein, a quien ejecutaron en 2006; y  localizaron y mataron a Bin Laden en mayo 2011; esta situación se ha complicado con una tensa relación con Irán, incertidumbre en Egipto  y el riesgo de una intervención en Siria.

Los ataques del 11-S sucedieron en una época en la que Norteamérica salía de una pequeña recesión económica causada por la quiebra de las empresas “.com”; sin embargo, solamente se afectaron las aerolíneas y las aseguradoras, y antes de diciembre de 2001 ese país ya había recuperado un modesto pero positivo crecimiento. Pero las dudas sobre la recuperación de su economía provocaron una política fiscal y monetaria expansiva, con recortes en los tipos de interés y reducciones de impuestos que, junto al enorme gasto militar, tuvo parte de la culpa en la crisis que estalló en 2008. Según un informe que Amy Belasco elaboró  para el Congreso de los EE.UU., esta “guerra contra el terror”, que incluye las intervenciones en Irak y Afganistán, costó  a las arcas públicas norteamericanas 1.283 billones de dólares, más que la suma de las ocupaciones de Vietnam y Corea. Así, en 2001 el Gobierno de los Estados Unidos de Norteamérica se despidió del superávit para afrontar años de déficit público.

Los efectos del 11-S en la economía global no han terminado, pues las decisiones tomadas a raíz de este hito en el terrorismo, aún se ceban sobre los países y las economías del mundo. Los posteriores cruentos atentados al metro de Madrid y a tres vagones y un ómnibus de dos pisos en Londres, causaron dolor y  miedo ante esas tragedias y unieron a los seres humanos en un duelo provocando una respuesta de rechazo unánime que aún persiste en el mundo civilizado.

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