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El Telégrafo

¿Londres 2012 o el Campeonato nacional?

21 de junio de 2012

Mientras escucho, ya cerca de 28 veces, los respectivos análisis sobre qué equipo tiene el resto de calendario más accesible para ganar la primera etapa, me sigo preguntando si todavía hay quienes no gustan de este sistema de campeonato. Conseguir que la exigente prensa ecuatoriana, sumada al demandante público local, estén dedicando horas de drama y especulación al estudio posible de los ganadores, no hace sino confirmar que los diseñadores de torneos locales al fin dieron en el clavo sobre la forma de estructurar un certamen.

A eso le sumamos el nivel de paridad que ha existido durante estos meses para que llegue a una conclusión muy personal, el torneo es parejo, no irregular, me quedo con la óptica de que el nivel está empatado entre muchos clubes y no con la observación de que es irregular por que es malo.

Casi al mismo tiempo escucho una promoción de Juegos Olímpicos en la radio, terminaron los análisis del campeonato y a 33 días de que se inicie todo en Londres, la verdad no escucho tanto estudio sobre la cita olímpica. ¿Qué he hecho yo al respecto? Me la he pasado los últimos dos meses terminando de editar un libro sobre los medallistas latinos de la historia, no sé si la gente lo compre, le guste o esté interesada en saber sobre la mayoría de atletas que viven en nuestro continente y que casi todos hablan el mismo idioma, bailan salsa, viven cerca de sus padres y son alegres… sí, la mayoría son ¡latinos!

Uso estas líneas para contar algunos pasajes e historias del libro, capítulos de algunos medallistas latinos. Empiezo con el mexicano José Pedraza, medalla de plata en marcha 20 km, México 1968.

Era soldado del ejército mexicano que luchaba para ganarse un puesto en el equipo de básquet. Sus antecedentes no eran los de un gran jugador de baloncesto, mas sí de un respetado fondista de 1.500 y 5.000 m. En agosto de 1964 Pedraza llegó a correr a la pista del Plan Senexal, ese día, en la maltrecha cancha de tierra del óvalo, se encontraban algunos atletas de renombre con el entrenador Eutiquio del Valle.

Pedraza corrió y ganó; finalizado el día, el formador atlético lo invitó a probar suerte en la caminata, ahí mismo sobre la pista recibieron la primera clase de marcha de sus carreras. Pasaron 15 días y Pedraza actuó por primera vez en su vida en una competencia de marcha, ganó la prueba sobre 5.000 m.

Años antes, este soldado había luchado por un cupo en las pruebas atléticas de 5.000 y 10.000 m para Tokyo 64, quedó fuera por un puesto. La posibilidad que le daba la marcha era única para llegar a los Juegos, el deporte empezó a crecer en México y Pedraza ganó los primeros nacionales.

Se conocía que la capital mexicana sería sede de los Juegos Olímpicos de 1968, debido a las dudas que generaba la altura se organizaron topes internacionales con los mejores atletas del mundo que buscaban sacar sus primeras conclusiones de asimilación en altura. Pedraza obtuvo buenos resultados, los que lo acompañaron hasta los Panamericanos de Winnipeg en 1967, donde ganó la medalla de plata.

Ya a esas alturas, en la antesala de los Juegos de México 1968, se hablaba de la técnica local que estaba revolucionando el mundo de la caminata. Aquella prueba final olímpica tuvo un final dramático, que la relató de esta forma Pedraza:

“Cuando pase a Smaga me dije: Sí puedo, sí  puedo y concentré mi atención en Golubnichy. Sentí que lo alcanzaba, pude escuchar su muy agitada respiración, pero en los últimos 50 metros él dio el resto; ese que yo había perdido cuando me pisaron y me desconcentré; ese que se me fue en el tropezón; ese que se me fue en los metros que perdí en la bajada… Y ya no pude alcanzarlo. Quedé a paso y medio de él, con una rabia infinita por no haber sido capaz de ganar…”.

Solo dos segundos entre primero y segundo lugar. Pedraza fue ovacionado, felicitado y celebrado por la medalla, recibió como obsequio un reloj Rolex. El que años después tuvo que vender, ya que no tenía dinero para comer. Lo más irónico de todo ocurrió cuando regresó a su destacamento militar.

Se reportaba como un miembro más del ejército mexicano, pero con el adicional de ser un medallista olímpico, tal había sido su esfuerzo, sus horas extras de entrenamiento que el General de aquel distrito le dio vacaciones para que se recuperara y atienda a su esposa enferma.

Cuando volvió de sus vacaciones se encontró con la sorpresa de que el cuartel en el cual prestaba servicios había cambiado de mando, el General Suastegui decidió arrestar a Pedraza por haberse tomado vacaciones cuando no le correspondían.

Era un 22 de diciembre del mismo año olímpico mexicano. Pedraza no volvió a ver a su esposa, ni el exterior del cuartel hasta el 22 de abril. Cuando salió, decepcionado y con la noticia de la  muerte de su esposa, poco después se retiró. Murió en 1988, siendo capitán del ejército mexicano.

¿Por qué será que todas las historias de nuestro continente tendrán los mismos ingredientes? ¿Otra más?

Delfo Cabrera, argentino, oro en maraton en Londres 1948. Era un bombero argentino que se dedicaba al fútbol en su natal Santa Fe, sintió curiosidad por las carreras de fondo cuando vio ganar a Juan Carlos Zavala en los Juegos de 1932, así empezó a correr, pero no se concentró en maratones; prefería las distancias de medio fondo.

Al poco tiempo se mudó a Buenos Aires por razones futbolísticas, San Lorenzo de Almagro era el club donde se preparaba, al mismo tiempo seguía participando en pruebas de atletismo y empezó a ganar pruebas de 5.000 m.

Su dominio fue consistente, logró ser el mejor del país y ganarse un puesto en el equipo olímpico. Rumbo a Londres se enteró de que participaría en la primera maratón de su trayectoria como atleta.

El viaje había tomado 21 días desde Argentina hasta Cannes, después de cruzar toda Francia en tren y luego tomar otro barco para llegar a Londres. Durante su travesía siguió entrenándose en el barco y dormía en el piso de abajo de la embarcación, junto a otros atletas y boxeadores.

Deportistas de 29 países participarían en la maratón de Londres. Cabrera usando el número 233 y con unos zapatos a punto de romperse era uno de ellos.

La llegada de los maratonistas al estadio de Wembley es hasta la fecha uno de los momentos históricos y más dramáticos en la historia de los Juegos (les recomiendo buscarla en Youtube).

60.000 aficionados vieron ingresar al belga Etienne Gailly en primer lugar, había que dar todavía una vuelta a la pista, exhausto y con dificultad para mantenerse en pie, Gailly no soportó y fue superado por el argentino. Cabrera regresó como héroe a Buenos Aires, le ofrecieron viajar en primera clase en el barco de retorno, pero se negó, quería volver a compatir con sus mismos compañeros de pisos inferiores.

Años después mantuvo una estrecha relación con el gobernante argentino Juan Domingo Perón. En 1981 murió en un accidente automovilístico cuando se dirigía a un homenaje que se realizaría en su honor.

¿Será que para Londres 2012 habrá todavía historias de este tipo entre los deportistas latinoamericanos?

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