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El Telégrafo

Lobos disfrazados de corderos

30 de enero de 2014

Nikolai Kondratieff, un brillante economista ruso, propugnó la teoría de los ciclos económicos largos, que abarcaban entre 40 a 60 años, ya que entendía que ese era un período ponderado para evaluar el desempeño de una economía. Sus estudios para sustentar tales planteamientos eran fruto de su formación académica especializada en estadística en la Universidad de San Petersburgo.

El prestigio ganado por Kondratieff se expresó inmediatamente al incorporarse a la docencia, ocupando luego un ministerio importante en el gobierno de Kerenski, y además, por haber sido considerado como el principal economista del gobierno de los bolcheviques.

La influencia de la tesis de Kondratieff fue neutralizada cuando sus análisis económicos sobre la agricultura y la industria eran diametralmente opuestos a los que tenía Josef Stalin para dirigir la Unión Soviética. En consecuencia, la intolerancia, la falta de negociación y entendimiento en sus distintas visiones condujeron a que Stalin ordenara en 1938 el fusilamiento de este pensador.

El error de Kondratieff fue haberle confiado sus planteamientos a lobos vestidos de corderos que no toleraban el ascenso de sus ideas y la posición que este ganaba en el ámbito profesional y político. Sin saberlo, bailaba con lobos.

Pero es que bailar con los lobos parece algo incontrolable e intrínseco que ocurre alrededor de la economía, como es el caso de los mercados financieros, en particular lo relativo a las denominadas pirámides financieras a las cuales las personas son arrastradas por la persecución de lucro sin fin. En efecto, quienes participan en dichas pirámides lo hacen convencidos de que los promotores de estas prácticas son genios de las finanzas que nunca van a quebrar, porque poseen fortunas inagotables.

Es tal la realidad que impulsa a las personas a difundir la idea de que el dinero se consigue fácil y esa situación es la que provoca que tantas personas caigan en la trampa de perderlo todo en falsos negocios que se descubren cuando aparece la insolvencia, produciéndose desazón y desesperación entre los incautos inversionistas.  

Para entender mejor la capacidad de manipulación que se produce en los mercados financieros, solo hay que observar que con el estallido de la crisis de 2008, las grandes potencias buscaron fórmulas diversas para ponerle un torniquete a la propagación de esta e inmediatamente, en junio de 2009, los departamentos del tesoro de EE.UU. y Reino Unido acordaron impulsar una regulación financiera agresiva con reglas estrictas que implicaban mayores exigencias de capital a los bancos y la aplicación de un gobierno corporativo más independiente. Sin embargo, en las tomas de estas decisiones estaban asalariados de los grandes bancos que ya habían advertido a estos de las nuevas regulaciones.

Lo mismo ocurre cuando se llevan a cabo negociaciones por conflictos comerciales, migratorios o diplomáticos entre países donde se podría estar tratando con lobos sin percatarse de ello.

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