Esta poderosa organización militar, que pertenece al Atlántico Norte ya tendría acceso a las bases de EE.UU. en Colombia, por el Tratado de Washington, que establece que “todas las bases militares pertenecientes a un Estado miembro de la OTAN pueden ser utilizadas en el marco de sus misiones”.
¿Qué será entonces lo que quiere el presidente Santos, miembro de Unasur y de Celac, que buscan la paz y unión regional?
El rompecabezas se va haciendo obvio. Primero, el interés súbito del gobierno de Obama por su patio trasero. Manda a su vicepresidente Joe Biden a Bogotá, no propiamente de vacaciones, aunque lo único que comentó a la prensa de su visita fue lo admirado que se iba de ver tan linda la ciudad que había visitado 20 años atrás. Sin embargo, vendría a algo más político, acabándose de consolidar con la Alianza del Pacífico un retoño del ALCA, que había sido derrotada por el ALBA.
Apenas regresaba Biden a Washington, cuando Santos recibía al opositor de Maduro, que apoya el imperio, construyendo así puentes con la oposición de Capriles por si acaso se cumplen los planes desestabilizadores. Y sin más, anunció su intención de ingresar a la OTAN, instrumento de recolonización que bombardeó “humanitariamente” a Yugoeslavia e invade y destruye países ricos en recursos como Libia.
En este contexto llega a Caracas el vicepresidente de la República Popular China, la superpotencia emergente, y el mismo jefe de Estado, Xi Jinping se hace presente en el Caribe, espacio estratégico en la mira de su contendor.
Ante las gestiones para incorporar a Colombia dentro de la OTAN, el premio Nobel de la Paz, Adolfo Pérez Esquivel, reclamó que el presidente Santos “no puede convertir a Colombia en un país agresor e invasor, asociándolo con “un organismo que fomenta las armas nucleares, el intervencionismo y la violación de los derechos humanos y de los pueblos”.
Impensable que se recurra a la OTAN, así sea para “un intercambio de información privilegiada”, como tuvo que aclarar el ministro de Defensa de Colombia.
Suscribo lo que Pérez Esquivel sostiene: "Santos no puede seguir diciendo que busca la paz en su país, si al mismo tiempo quiere convertir a Colombia en un potencial invasor de sus pueblos hermanos… debe dar marcha atrás, y la Unasur debe debatir seriamente el rol de nuestros ejércitos y posicionarse firmemente contra las armas nucleares. América Latina es un continente de paz y esperanza, no puede ser presa de la guerra y el negocio de la muerte. Esta América, Nuestra América, busca el equilibrio del mundo, no su desequilibrio y autodestrucción".