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El Telégrafo

“Limpia” mediática

31 de julio de 2012

Esto de tener que ofrecer disculpas les pasa con frecuencia. Son profesionales, tienen muchos años de experiencia y, sin embargo, no usan los filtros básicos, como aquel que debe evitar la ofensa personal.

Cuando el asunto se repite así alegremente, uno llega a pensar que es método: siempre tener al otro que ofenda, el de la firma de responsabilidad. Pero, ¿cuál es la verdadera responsabilidad del que ofrece la tribuna, el espacio? Enorme, al final hay editores que uno supone deben corroborar que todo lo dicho tenga sustento.

Han vuelto a lo mismo, como el chico inmaduro que no tiene control sobre sus actos y ofrece, inútilmente, enmienda. Es que ya no está en sus manos, es tal la irrefrenable gana de hacer la travesura que nada puede detener el impulso.

Solo que un medio de tantos años ya no es un adolescente y debe, antes que disculpas, comprometerse con su audiencia a seguir una guía editorial, de principios básicos, de respetos elementales, de creencias innegociables.

Cuando Miguel Macías Carmignani ofendió a la condición humana, sus dichos sobre homosexuales y lesbianas básicamente eran eso, pura ofensa, el diario El Comercio debió realizar una serie de trabajos periodísticos que ayuden a eliminar los agravios. No bastaba con suspender al columnista y retirar de la versión digital ese conjunto de palabras mal dichas. Ahora con la serie de insultos contra Rafael Correa pasa lo mismo: se disculpan, pero ahí quedaron las ofensas. No tienen, otra vez, un editor que se haga cargo de lo que publican.

Penosa forma de asumir la comunicación, más penosa en estos tiempos de crisis mediática, de pérdida de lectoría, de credibilidad. El asunto de la inconfesable militancia política se les ha vuelto un enredo porque se combate a Correa, ocultando, insultando, tergiversando, sin poder reconocerlo y sin poder, tampoco, detener los excesos que se les ha vuelto obsesión. Los dichos sin contexto los llevarán al equívoco. Y las audiencias, cada vez más aguzadas, tenderán a perderse irremediablemente, por mucho que las promociones y las ofertas abunden.

No hay otra, puede resultar hasta aburrido, pero esto de los medios, que se ponen en campaña opositora como si nada -ahora nos repletarán de accidentes de tránsito- exige reflexiones, mucha atención, porque aun inciden en nuestras vidas, son todavía pan de cada día y los largos años de trabajo, con sus visiones alojadas en nuestro subconsciente, pesan. El pensamiento propio será la “limpia”.

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