La conocí en Santiago de Chile en 1972, cuando compartíamos un encuentro mundial de solidaridad con el gobierno de Allende, organizado por la FDIM. Presidía la delegación de Uruguay y conocíamos que su esposo, el general Líber Seregni, como candidato a la presidencia del naciente Frente Amplio, obtuvo un 20% de los votos en su primera incursión política. Era pequeña y menuda, siempre tenía una sonrisa a flor de labios; cuando hablaba en público, sus expresiones eran sencillas, sin grandilocuencia, e iban al fondo de los problemas de su país, que eran los de todos.
Lejos estábamos de imaginar que un año más tarde el General estaría preso junto a muchas otras personalidades uruguayas y que las dictaduras militares se extenderían a Chile y luego a Argentina. Líber Seregni, “General del pueblo”, como se lo llamaba, era un militar distinguido que había ejercido la Comandancia General del Ejército del Uruguay.
Lily Lerena, nacida en 1915 y casada con él en 1941, lo acompañó en sus prisiones en los días más oscuros cuando la vida del militar peligraba. Durante 63 años estuvieron casados, compartiendo las penas y alegrías que la vida castrense -primero- y la política -después- les depararon.
En 1985 pude visitarla en su departamento de Montevideo en el Boulevard Artigas. Allí conocí personalmente al General. Vivían digna y modestamente y el militar guardaba en un cajón muy grande los cientos de condecoraciones recibidas, entre ellas el Premio Lenin. Posteriormente, cuando en dos ocasiones Seregni visitó nuestro país, tuve el honor de tenerlo en mi casa y compartir, junto a amigos, momentos inolvidables.
El General falleció en julio de 2004, meses antes de que el Frente Amplio por él fundado accediera a la presidencia del país con el Dr. Tabaré Vásquez. Lily estuvo junto a él viviendo las emociones del momento, habiendo expresado que, junto a ella, el General era testigo de la victoria.
El 17 de agosto ha muerto Lily a los 96 años de edad. En su funeral estuvieron las más prestantes figuras, tales como el presidente José Mujica, Tabaré Vásquez y el ex presidente Sanguinetti. Las mujeres uruguayas hicieron guardia de honor a quien hasta el final conservó “la cabeza abierta, libre y sin censura” como expresó una de ellas.
Siempre dijo que el General era de todos los uruguayos y que no guardaba odio para nadie. Sus hijas y nietas tienen el hermoso legado de amor por la libertad que sus padres entregaron al pueblo de Artigas.