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El Telégrafo

Libertad de expresarte

30 de abril de 2013

Ahora que anda bien de moda la libertad de expresión se me ocurrió ver un programa de televisión llamado “Expresarte”. Lo quise ver, sobre todo, porque lo transmite el canal público y todavía me acuerdo cuando algunos comunicadores decidieron no expresarse por ese canal en protesta porque en este país ya no hay libertad de expresión.

Pero resulta que sí ha habido. Y más en el espacio llamado “Expresarte”, en el que, como reza el eslogan, Ecuador expresa su arte. Y más concretamente, se expresan los diversos géneros y tendencias de la música ecuatoriana del siglo XXI.

Porque ocurre que en el Ecuador sí se hace música, y muy buena. La pena más grande era que nadie quería escucharla, conocerla o saber de ella. Para simular que conocía nuestra música, la gente se jactaba de conocer a Julio Jaramillo y su “pasillo” “Nuestro Juramento”, sin darse cuenta de que no era música ecuatoriana, pues el autor era el puertorriqueño Benito de Jesús, y de que -además- no es pasillo, sino bolero. Lo único ecuatoriano en este caso era el intérprete: Julio Jaramillo.

Luego nos hicieron creer que la música tradicional ecuatoriana se había quedado detenida allá como por los años cuarenta, congelada en la época del pasillo, y de ahí en adelante lo que más había era uno que otro cantautor a los que nadie oía (o pregúntenles a los radiodifusores que se negaron hasta el último a aceptar la propuesta de que de cada dos canciones emitidas en la radio una fuera ecuatoriana), y también tecnocumbias y similares. Como en otras situaciones, daba la impresión de que también la desidia se había instalado cómodamente entre las notas y los pentagramas.

Pero resulta que el Ecuador es un país de músicos que exploran este arte más allá de los tradicionales géneros conocidos como “ecuatorianos”. El pasillo revive en nuevas versiones de antiguas piezas, así como en creaciones recientes. La trova de Pancho Prado se entremezcla con la fusión de Daniel Mancero y esa estremecedora unión de rock y música tradicional que propone Curare, eso solamente por citar algunos nombres.  

De todas las bellas artes, posiblemente es la música la que más toca las fibras del alma, la que más nos conmueve y la que mejor  habla del tesoro de nuestro corazón. Por eso, y por más que se lamenten los insultadores de que no se les permite hacer lo que más les gusta, en “Expresarte” se ha abierto una verdadera y luminosa puerta para la más auténtica libertad de expresión: la de aquello que somos y decimos a través del arte más sublime.

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