Alan Baker es un abogado que hasta la semana pasada representaba a una organización radical de colonos israelíes de Cisjordania. Su función consistía en asesorar a los colonos para conseguir que el Gobierno “legalizara” las colonias “ilegales”.
Todas las colonias que hay en Cisjordania son ilegales según la legislación internacional, pero el Gobierno israelí, los sucesivos gobiernos israelíes, solo consideran “ilegales” algunas de ellas, también llamadas “enclaves o colonias salvajes”, que se han construido sin los permisos del Gobierno de Israel que sí que tienen las supuestas colonias “legales”.
Pues bien, ayer informaba el Haaretz que el gobierno de Netanyahu ha contratado a Alan Baker como miembro de un comité que se encargará de legalizar los asentamientos “ilegales”.
Y es que en Israel todo se hace con luz y taquígrafos, y son muy pocas las cosas que se esconden. El nombramiento de Baker es como poner al lobo a vigilar los corderos… o directamente ponerlo a comerse los corderos.
Lo más grave es la actitud de las potencias occidentales, que con su silencio o sus mórbidas palabras que se las lleva el viento están colaborando en la consolidación de la expansión israelí en los territorios ocupados.
Pongamos por caso el ministro de Exteriores francés Juppé, que se desgañita a diario vociferando contra Siria e Irán. Juppé no mueve ni un dedo cuando se trata de Israel y de sus flagrantes violaciones de la legislación internacional. Lo mismo podríamos decir del Reino Unido, de Alemania o de Estados Unidos, por poner solo los ejemplos más clamorosos.
Esta colaboración de Occidente es la que hace fuerte a Israel y permite que la injusticia no solo se mantenga, sino que también crezca mes a mes y año a año. Y todo se hace a plena luz del día.
*Tomado de Diario Público.es