Publicidad

Ecuador, 28 de Septiembre de 2024
Ecuador Continental: 12:34
Ecuador Insular: 11:34
El Telégrafo

Le voy a demostrar con hechos que no es así

06 de agosto de 2013

Eso fue lo que dijo el agente que pedía documentos en la nueva Vía Oriental, por donde me dirigía a una cita médica, en el momento en que le dije que sí había matriculado mi auto el año anterior. Él miró con duda la especie de la matrícula y afirmó que no, que no lo había matriculado. Lo hizo con tanta convicción que por un momento me pregunté si aquella cola y los sucesos de un sábado 24 de noviembre del año 2012 no serían producto de mi imaginación o tal vez el vago recuerdo de un sueño. Me dijo que no importaba la fecha de la especie, que lo que yo no tenía era el “sticker” ni algún papel suplementario de la matrícula.

¿Por qué necesitaría un abogado si se demostraba que mi auto había sido matriculado? No hubo explicación por parte del señor policía?También dijo el señor Policía que mi auto debía ser detenido y llevado a los patios de retención de Carapungo (o Calderón, no recuerdo bien, pero para el caso da lo mismo) de donde, si se comprobaba que estaba matriculado, sería retirado de acuerdo con las acciones de “mi abogado”. Quedé anonadada. Yo ni siquiera tengo un abogado. ¿Para qué? Pregunté, angustiándome. ¿Por qué necesitaría un abogado si se demostraba que mi auto había sido matriculado? No hubo explicación, el policía insistió en que dependía de “qué tan rápido se mueva su abogado” para poder retirar el auto, matriculado o no, del patio de retención, y además debía pagar multas, no sé cuántas ni por qué. Era una pesadilla. Me enojé. Me callé mientras él me explicaba, como se debe hacer con un niño ruso de dos años, en qué consistía mi falta. No entendí nada. Al final, de “buena gente” y sin que mediara intento de soborno o complacencia de mi parte, me perdonó la vida, perdonó la vida de mi auto y me devolvió los documentos conminándome a matricular mi auto “lo más pronto posible”.

Inmediatamente fui a la Agencia Nacional de Tránsito a averiguar qué mismo pasaba. Y, ¿adivinan? No pasaba nada. Mi auto estaba matriculado dentro del período vigente, la especie no había caducado, y no había motivo para retenerlo ni para llevarlo a ningún patio, la presencia o ausencia del famoso “sticker” era algo completamente intrascendente. De todas formas, la persona que me atendió me sugirió que portara un Certificado de Matrícula por si se daba otra de estas eventualidades. Al sacar el certificado, le comenté esto a la joven mujer que me atendió, quien me informó que bajo ningún concepto un auto puede ser retenido sin una orden judicial, por sospecha de robo o delito cometido en el vehículo.

Susto, mal rato, rabia, impotencia…

Pero así queda, señor Policía, demostrado con hechos que no es así.

Contenido externo patrocinado